El problema de derramar sangre. Clase 3 de #CS21

«¡Cierra la boca! ¿Quieres saber lo que se siente matar un hombre? Bueno. ¡Es horrible! Eso se siente. Lo peor es que dan una medalla de valor por matar a unos pobres chicos que sólo quieren abandonar. Sólo eso. Sí, había un pequeño oriental igual a ti. Le disparé justo en la frente con ese rifle que sostenías recién. No hay un solo día que no piense en ello. No quieres tener eso en tu alma». Clint Eastwood en Gran Torino.

Hace unas semanas pude ver Drive, la supuesta maravilla de acción de Nicolas Winding Refn que cautivó a tanto público en el festival de Cannes el año pasado. Una película que con el tiempo dividió a la crítica entre quienes la consideraron una obra maestra y los que la calificaron como un film sobrevalorado teñido de una cáscara «artie» de dudoso gusto. A mi entender, Drive no es ni una cosa ni otra. Es una película dueña de una construcción narrativa muy sólida, con una musicalización interesante, aunque con una trama demasiado insistente en la ambigüedad de su protagonista (Ryan Gosling, el actor joven más sobrevalorado del momento). Dicha persona es un hombre que está dispuesto a utilizar todas sus habilidades (saber manejar un coche a la perfección, golpear gente, matar incluso) con tal de ayudar a la mujer que ama (Irene, interpretada por Carey Mulligan). Así es como el protagonista de Drive, por un lado, ayuda una persona inocente, pero al mismo tiempo ejerce la violencia sobre los otros con un alto nivel de crueldad  y sin mostrar el menor remordimiento.

Por suerte este personaje, más allá de su locura y su frialdad, tiene una ventaja: sabe su condición de monstruo y por ende su imposibilidad de estar con una mujer que ama. Por esto Gosling se da cuenta que sólo podrá ayudar a esta mujer desde la distancia.

Afiche de Drive mostrando las espaldas del protagonista. Pese a que destacó su originalidad, la película lejos de plantear algo nuevo, es parte de una tendencia que se ha mostrado claramente en los últimos tiempos.

Justamente esta situación se resume en la escena más hermosa de la película. Allí encontramos en un ascensor a Gosling, Irene y un asesino a sueldo que quiere matarlos a ambos. Cuando Gosling observa las intenciones del delincuente, le da primero un beso en la boca a Irene  y ni bien se abren las puertas del artefacto empuja a la chica fuera del ascensor y con gran habilidad desarma al asesino. En ese momento también, Gosling procura que Irene vea lo que él es capaz de hacer, ya que el protagonista no sólo desarma al sicario sino que además le aplasta la cabeza a patadas.

Frente a este espectáculo brutal, Irene entiende que el personaje de Gosling es lo convenientemente fuerte para protegerla, pero lo inconvenientemente bestial para vivir con él y criar una familia. Por ende, Irene entiende que ese beso que le dio es el último contacto físico que va a recibir de su persona. A partir de eso, Gosling asume un rol: el del ángel negro, el hombre violento que será capaz de salvarle la vida a Irene pero no podrá formar parte de su vida.

Podría decirse que si se le quitara el costado sádico, Gosling no es otra cosa que un modelo urbano de héroe fordiano (de hecho, el western es un género al que Drive alude muchas veces), que ayuda a construir una civilización pero se ve imposibilitado de ser parte de ella. No es muy difícil que nos venga a la cabeza esta comparación al final de Drive, cuando vemos por un lado a Irene con su pequeño hijo en brazos, libre de todo maleante y por el otro al protagonista alejándose con su auto hacia el horizonte.

Pero más allá del paralelo con el altamente influyente John Ford, pareciera más bien que el objetivo principal de esta película es el de querer construir un personaje de acción diferente. Quizás por esto Gosling oficia en Drive de doble de riesgo de héroes de acción convencionales, como si él fuese otra cosa a lo que estamos acostumbrados a ver.

Pero en realidad, si buscamos  pocos años atrás, veremos que este tipo de héroe poco tradicional ya ha existido en tiempos más cercanos. De hecho, si vamos apenas unos años atrás, nos vamos a encontrar con dos películas mucho más sofisticadas que Drive, protagonizadas por un tipo de héroe similar, ambas interpretadas por un mismo actor y dirigidas por una misma persona. Las mismas son Promesas del Este y Una Historia Violenta. Ambas dirigidas por David Cronenberg y protagonizadas por un Viggo Mortensen que terminaba, en el plano final de la película, en la punta de una mesa como un ser oscuro, pero que fue de utilidad para la seguridad de una familia.

Podría decirse que si se le quitara el costado sádico, Gosling no es otra cosa que un modelo urbano de héroe fordiano (de hecho, el western es un género al que Drive alude muchas veces), que ayuda a construir una civilización pero se ve imposibilitado de ser parte de ella.

Pienso también que este tipo de héroes ambiguos han sido muy frecuentes en el cine de la década pasada, al punto tal que una de las sagas más famosas del cine de acción del siglo XXI fue la de Bourne, compuesta por un espía torturado y con un pasado de moralidad dudosa. Si uno hurga más aún puede ver que otros directores  sumamente importantes de Hollywood abordaron la década pasada el cuestionamiento a la figura del héroe violento. Algunos lo vinieron haciendo desde los 90, otros decidieron tratarlo por primera vez. Michael Mann siguió con sus obsesiones de trazar paralelos entre el delincuente y el policía con División Miami y Enemigos Públicos; Tarantino creó vengadores aberrantes con Kill Bill y Bastardos sin Gloria; Clint Eastwood, el más «duro» de la historia de los «duros» de Hollywood, cuestionó con melancolía y gran belleza su propio estereotipo de Harry, el sucio con Gran Torino; Scorsese se dedica a igualar el mundo policial y delictivo en su remake de Los Infiltrados; y Katryn Bigelow en Vivir al límite creó la figura de un “héroe de guerra” atribuyendo sus actos de salvataje menos a un objetivo estoico que a la idea de satisfacer una adicción a la adrenalina (de hecho, ese mismo personaje en uno de los momentos más oscuros de su personalidad, va a buscar un iraní para matarlo con el mismo entusiasmo con el que desarma bombas).

Dentro de este mismo grupo, aunque más lateralmente, podría caber incluso James Cameron con Avatar, película en la que el director sólo puede llegar a una idea de un héroe que utiliza la violencia si la misma viene por parte de una tribu de fantasía y de características míticas. De hecho, Avatar resulta un viraje de 180 grados si se la compara con el resto de la filmografía del director de Titanic. Cameron siempre creyó en la posibilidad de encontrar lo mítico y lo heroico saliendo de la modernidad y hasta de las calles. Sus héroes utilizaban en películas como el díptico Terminator o Aliens elementos venidos de la tecnología.  Avatar es la única película en donde se descree de esto y donde la figura del héroe sólo puede ser plenamente aceptada si se utilizan armas que remiten a lo atávico. De hecho, el enfrentamiento final entre el protagonista de Avatar y su némesis “enfundada” en un robot dialoga directamente con el enfrentamiento final entre la teniente Ripley de Aliens con el Alien madre. Si en esta última película Cameron exaltaba lo humano valiéndose de lo robótico para enfrentar un ser espacial, Avatar en cambio desconfía de lo humano y su tecnología y exalta la figura de un ser del espacio.

Colin Farrell y Gong Li en División Miami. Un agente combatiendo el tráfico de drogas y una cómplice del narcotráfico. Como sucedía en Fuego contra Fuego, Mann descree que los agentes de la ley y los delincuentes sean tan diferentes entre sí.

Por otro lado, pienso también que estas mismas películas no parecen casos aislados sino que forman parte de un mismo cine de Hollywood que ya no puede creer plenamente en sus héroes. Es más, pienso en un Hollywood que la década pasada parodió como ninguna otra la figura del héroe de acción, al punto tal que si uno busca cualquier película de este género hecha en los últimos doce años se encontrará con que no hay prácticamente casos en donde los combates, tiroteos y las persecuciones sean tan desmesurados y artificiales que terminen siendo inevitablemente autoconscientes. Piénsese en la trilogía El Transportador, Matar o Morir, Crank, RED, Encuentro Explosivo, el díptico Los Ángeles de Charlie, Brigada A, Salt, Duro de Matar 4 y un largo etcétera.

Piénsese también en los nuevos “héroes” del género. El gesto adusto de los Schwarzenegger y Stallone de los 80 fueron reemplazados por el rostro cómicamente malhumorado de Statham y una película de acción «a los 80» que comunica ideales seudofascistas con héroes violentos sólo puede funcionar a un nivel groseramente consciente de su vejez como en el caso de Los Indestructibles de Stallone. Si hasta dos actores como The Rock y Vin Diesel, héroes de acción que surgieron  la década pasada, no tardaron casi nada en parodiarse a sí mismos en películas familiares de dudosa calidad o, como en el caso de The Rock, en esa cosa rarísima llamada Southland Tales.

Hace poco, por ejemplo, volví a ver la primera Duro de Matar, la obra maestra mayor de John McTierman. Allí había una escena en la cual el policía que ayuda a McClaine le salva a la vida a este último tras dispararle por la espalda a un maleante. En ese momento en particular, el oficial se muestra, al mismo tiempo, sorprendido y orgulloso de haberse animado después de mucho tiempo a agarrar una pistola para dispararle a alguien. Recordé inmediatamente la escena de Una Historia Violenta, en la que cual el hijo le salva la vida a su padre tras dispararle al personaje de Ed Harris por la espalda. La forma en la que se resuelven las dos escenas marca claramente el universo moral en el que se mueven, respectivamente, la película de McTierman y la de Cronenberg. La del segundo lo hace reflexionando sobre la idea traumática de lo que es matar un hombre, la del primero se centra más en el heroísmo de salvar una vida, más allá de que se tenga que matar a alguien para hacerlo o no.

pienso en un Hollywood que la década pasada parodió como ninguna otra la figura del héroe de acción, al punto tal que si uno busca cualquier película de este género hecha en los últimos doce años se encontrará con que no hay prácticamente casos en donde los combates, tiroteos y las persecuciones sean tan desmesurados y artificiales que terminen siendo inevitablemente autoconscientes.

De hecho, Duro de Matar es, como tantas otras películas de acción de los 80, una exaltación de las posibilidades heroicas de un ser humano excepcional, una película que maneja una idea de la violencia como una salida viable para resolver problemas e incluso mostrar estoicismo. Estas películas de acción nunca exponían héroes «humanos» en un sentido físico. O sea, ninguna persona en la vida real podría hacer lo que hacían gente como Chuck Norris, Van Damme, Schwarzenegger, Stallone o Willis en sus películas ochentosas, pero esos actos tenían, digamos, un «pico de inverosimilitud» que permitía que uno todavía creyera en sus habilidades. Comparemos, sin ir más lejos, la mencionada Duro de Matar con la cuarta. Si en la primera parte de la saga se dejaba para el final el momento de esfuerzo físico más impresionante del personaje de Mclane (ese en el cual se valía de una manguera para rescatarse a sí mismo de una explosión edilicia) en la cuarta parte de la saga, apenas a la media hora de película, se muestra una escena ridícula en la cual Willis termina destrozando un helicóptero valiéndose de un auto (de hecho, esta escena de humor absurdo terminó siendo la más comentada de toda la película y hasta era parte del afiche de promoción del film). Cosas como esas no pasaban en la mayoría del cine de acción de los 80 o en de los 90, en donde las películas esperaban que uno entrara en un universo moral en el que la noción de justicia hiperviolenta podía ser tomada como algo serio y necesario y donde asesinar (¡o hasta a veces torturar!) villanos no ponían en crisis la moral del héroe. Podía verse esos protagonistas cortando carótidas o rompiendo cuellos y luego terminar felices al lado de una familia o una mujer X o, como en El último Boy Scout, con un héroe bailando para un estadio después de haber derramado litros y litros de sangre enemiga en nombre de la familia, el deber, la moral, la patria y la justicia.

Uno podría preguntarse qué es lo que pasó con ese tipo de acción. Una de las respuestas posibles podría darla Jane Feuer, quien en su teoría antropomórfica de los géneros asegura que una vez que un género cinematográfico pierde popularidad empieza a optar por la autoconciencia y la autorreflexión como forma de introducir un último elemento novedoso antes de morir definitivamente. Si nos guiamos por esta teoría podríamos decir que lo que sucedió es que el cine de acción de los 80 y mediados de los 90 seguía gozando de mucha popularidad y no necesitaba más que héroes salvando y villanos muriendo. Eran épocas de un star system de acción fuerte que incluía una cantidad enorme de «duros» cuya sola mención en la cartelera garantizaba el éxito.

Imagen de El último gran héroe. O el cine de acción como farsa y como escape a una realidad angustiante. Una de las películas más influyentes y adelantadas de la década del 90. Esta obra maestra mayor de John McTierman fue incomprendida en el momento de su estreno.

Sin embargo, este modelo empezó a ponerse en crisis a partir de mediados de los años 90. Allí las películas de acción ya no tenían el mismo impacto o el mismo éxito que antes y ya podían verse por esos tiempos algunas películas que intentaban renovar el género ejerciendo la autoconsciencia. Tres de ellas resultaron obras maestras: El último gran héroe y el díptico de Woo de Contracara y Misión Imposible 2. La primera es una reflexión paródica al mismo tiempo que angustiante sobre el cine de acción como farsa y como evasión de un mundo dominado por la injusticia y la maldad arbitraria. Las otras dos experimentan de manera muy clara con las relaciones entre la figura del héroe y el villano. Contracara lo hace  exponiendo a dos personajes que terminan siendo menos opuestos de lo que uno podría creer a simple vista, MI2 juega con la idea del héroe y el villano como un relato de características milenarias y expone que la propia película no es otra cosa que otra forma de abordar la historia milenaria del combate del bien contra el mal, tan antigua como los tiempos de las historias de Belerofonte y Quimera. Ahora bien, estas películas autoconscientes se multiplicaron en el joven siglo XXI, y en vez de anunciar una muerte del género terminaron renovándolo de una manera increíble. Es más, el público de la década que pasó (y nada indica que esta década pasará lo contrario) empezó a comprar esta clase de películas de acción y esta clase de héroes que eran mayormente paródicos u oscuros. Y de hecho, esta tendencia fue impregnando otros géneros y hasta íconos históricos que parecían inmunes a cualquier cambio se plegaron a esta tendencia.

una vez que un género cinematográfico  pierde popularidad empieza a optar por la autoconsciencia y la autoreflexión como forma de introducir un último elemento novedoso antes de morir definitivamente.

La televisión se llenó de hombres violentos que eran angustiados o siniestros (Jack Bauer de 24, Dexter o los desagradables policías de The Shield) y el James Bond que el siglo pasado era mayormente un chanta simpático se transformó en un ser mucho más ambiguo y abiertamente torturado interpretado por el rostro boxístico de Daniel Craig. Por otro lado, el género de superhéroes empezó a coquetear de manera importante con la oscuridad de sus protagonistas. Con raras excepciones, como el Capitán América (que de todos modos, no por nada, es un superhéroe que la película ubica en épocas pasadas), prácticamente no hubo grandes éxitos de taquilla de este género que no tuvieran como protagonista a un tipo sufriente o con algún rasgo que lo convertían en un ser de moralidad dudosa. Es más, los superhéroes más populares en lo que va del siglo XXI fueron el Batman de Nolan, el Wolverine de X Men  y el Tony Stark de Iron Man. En el primer caso estamos ante un personaje cuyo mayor atractivo es saber que siempre está al borde de cruzar la línea de lo psicótico (si es que no lo es ya). En el segundo caso es un personaje que, en la segunda parte de la saga, vive buscando un pasado que podría ser siniestro. El tercer caso es un hombre interpretado por un actor que tiene -pese a su enorme talento cómico- la tristeza estampada en la cara. De hecho, podría malinterpretarse a Stark como un superhéroe que sigue un modelo similar al de un cowboy Hearstiano, es decir, esos héroes que al principio de la película parecen los menos indicados para salvar nada, pero que terminan haciendo un acto heroico que los redime (como puede serlo Han Solo de La Guerra de las Galaxias o el mencionado John Mclaine de Duro de Matar). Pero Stark es mucho más oscuro. Su pasado no es el de alguien malhumorado o aparentemente cínico, sino de un cínico constructor de armas que debe lavar sus culpas por haber creado durante años instrumentos de muerte. Como si esto fuese poco, sus villanos se hacen a partir del robo de las invenciones que el propio Stark hizo. Algo similar a lo que pasa con el Batman nolaniano. En la primera, el villano Ra`s Al Ghul es ni más ni menos que la persona que creó al propio Batman. En El Caballero de la Noche, el Guasón representa un opuesto tan perfecto con el hombre enmascarado que uno siente que ese villano nunca pudo haber existido sin la existencia del hombre murciélago. Y en el caso de Wolverine, sus garras metálicas fueron construidas por un científico asesino de ideales pseudofascistas.

Por supuesto que en medio de esto está Peter Parker de la trilogía de El Hombre Araña, un personaje que logró tener mucho éxito y que carece de esos niveles de oscuridad. Pero hay que pensar un hecho clave: a diferencia de Stark o Batman, Parker no quiere matar realmente a nadie (salvo cuando se vuelve, justamente, oscuro por la materia de Venom) ni creemos que alguna vez será capaz de hacerlo (como siempre lo creemos del Batman de Nolan). En la primera, el Duende Verde muere a partir de un accidente que Peter Parker no busca, tal como le pasa al ladrón que mata al tío Ben. En la segunda, Octopus decide matarse a sí mismo para redimirse de sus pecados.

Y acá, creo yo, reside la clave del asunto, porque más allá de los géneros, de las teorías antropomórficas, de modelos más o menos comerciales, creo que el tema está en que el Hollywood de los últimos diez años ha mostrado un miedo profundo a la violencia y al violento, un miedo que mostró bastante en los 70 y casi nada en los 80. De ahí que hoy trata de volver al héroe violento algo claramente paródico o irreal en sus habilidades físicas. De ahí que sólo pueda concebirse un violento que, no importa cuanto heroísmo muestre, deba ser mirado con cierta desconfianza, como un temor de que la violencia no puede venir sola y de que un ser violento no puede ser tan fácilmente admirado.

Y quizás sea un afán mío por querer escribir alguna vez una teoría krakaueriana, pero sospecho que este modelo heroico (o antiheroico), estos cambios en el cine de acción y esta popularidad por la ambigüedad de la violencia tiene una causa también sociopolítica.

Tony Stark lavando terribles culpas pasadas en Iron Man.

Dicha idea empezó en mi cabeza el día que escuché una conferencia de Adrian Martin en la que defenestraba a Bastardos sin gloria en particular y la supuesta concepción de la violencia que tiene Tarantino en general. Allí Martin tomaba unas palabras de Tarantino dadas tanto a la revista Cahier du Cinema como a un programa de televisión que banalizaban la cuestión de la venganza y la violencia cinematográfica. Martin decía, además, que la concepción del polémico director americano del nazismo y la revancha en su película Bastardos sin gloria eran adolescentes.

 

el tema está en que el Hollywood de los últimos diez años ha mostrado un miedo profundo a la violencia y al violento, un miedo que mostró bastante en los 70 y casi nada en los 80. De ahí que hoy trata de volver al héroe violento algo claramente paródico o irreal en sus habilidades físicas. De ahí que sólo pueda concebirse un violento que, no importa cuanto heroísmo muestre, deba ser mirado con cierta desconfianza, como un temor de que la violencia no puede venir sola y de que un ser violento no puede ser tan fácilmente admirado.

Martin sospechaba, además, que algo le había pasado a Tarantino tras el 11 de septiembre, cierta obsesión maníaca por la venganza que atraviesa sus últimas tres películas (Kill Bill, A Prueba de Muerte y la mencionada Bastardos sin gloria). Había mucho de discutible en las ideas de Martin. En primer lugar, la idea de juzgar Bastardos sin Gloria y la idea que Tarantino maneja de la violencia a partir de lo que su director dice en una entrevista de una revista y/o en un programa de televisión. Tarantino gusta mucho de provocar y contradecirse en las entrevistas para tomar sus palabras como un parámetro absolutamente serio de lo que el director realmente opina del cine y del mundo. QT, por otro lado, es un director que (como Hawks, Godard o Ford) gustó de construirse un personaje propio a la hora de dar las entrevistas.

Pero aun cuando uno pueda creer que lo que dice Tarantino respecto de la violencia y el bajo costo de la venganza sea creído por él, su película dista bastante de plantear una venganza feliz y sin costo alguno. O sea, si como dice Tarantino en el Cahier, Bastardos sin gloria está pensado como como un «regalo» al pueblo judío, Adrian Martin no nota que ese presente viene envenenado. La ucronía de Bastardos sin Gloria se da, no gracias a héroes puros y maravillosos, sino mediante un grupo comandado por un sádico como Aldo Rey (gustoso de torturar y seguir matando esté o no en guerra), una mujer llamada Shoshana cegada por el odio que se da cuenta del valor de una vida cuando ya es demasiado tarde  y sobre todo un psicópata llamado Hans Landa, tan carismático como cretino, que cuando empieza la película comete el acto de crueldad más grande de toda la película y cuando termina se erige como la pieza clave para lograr la ucronía.

No por nada, si hay algo inquietante en esta película, es que el plano final termina siendo una subjetiva del propio Landa, un personaje que hace cualquier cosa por su bienestar sin importarle obstáculos de moralidad alguna. El  truco de Bastardos sin Gloria es justamente ese: convertir al propio espectador en un Landa, capaz de hacer lo que sea por lograr un objetivo que le agrada (en este caso exterminar al movimiento político más oscuro del siglo XX).

Y es más, Tarantino muestra que ese «cualquier cosa» puede llegar a extremos impensados como aceptar plácidamente que la misma persona que estaba cazando gente al principio de la película y funcionaba como un efectivo funcionario de las SS pueda ser el «héroe» que finalmente nos da la ucronía que buscamos, o mostrar como soldados «heroicamente» le disparan a un nazi que estaba por ser padre y que acordó tirar su arma, o como los «bastardos sin gloria» le rompen la cabeza con un bate a una persona que estoicamente decide no entregar a sus compañeros aún a costa de tener una muerte horrenda.

Por supuesto, Tarantino tiene en cuenta que el espectador sabe que lo que se combate es un bando que simboliza uno de los hechos más horrendos de la historia, y justamente lo que hace es aprovecharse de ese saber del espectador para mostrarle que tan lejos está dispuesto a ir para eliminarlo. Pensemos sino que hubiera pasado si en vez de nazis, lo que “cazaran” los Bastardos, Shoshana o lo que traicionara hacia el final Landa fueran ingleses en la primera Guerra, u orientales de la Guerra de Corea, o japoneses durante la Seguda Guerra. Nunca hubiéramos aceptado tan fácilmente los niveles de maldad y oportunismo espantosos que tienen Aldo Rey o Landa.

Beatrix Kiddo en la épica posmoderna Kill Bill. Un círculo de venganza que acaso sea imparable.

Puede decirse incluso que lo de Tarantino es una manipulación moral que va más lejos que las que hacía Hitchcock (director al que no por nada Tarantino cita explícitamente), ya que si el maestro inglés gustaba de volver a su espectador por unas horas un cómplice de un asesino, Tarantino vuelve al espectador una persona que encuentra en su oscuridad un objetivo práctico. De todas maneras, creo que al igual que Hitchcock no juzgaba al espectador por tener un lado oscuro sino que simplemente lo exponía como una curiosidad, Tarantino tampoco juzga como bueno o como malo esa posición en la que pone a su público. Si se quiere, lo pone como un comportamiento inquietante. No hay que olvidarse, después de todo, que el último plano de Bastardos sin gloria no sólo es un plano subjetivo de Hans Landa, sino también el de una persona que fue marcada con una esvástica en la frente. Quizás esa cicatriz sea el recordatorio más duro de la película de aquello en lo que el espectador se pudo convertir por hacer demasiadas concesiones.

De hecho, esta idea oscura se vuelve todavía más probable si tenemos en cuenta que el director de esta película planteó también en Kill Bill (otro film sobre la venganza mucho más sutil y profundo de lo que suele creerse) la idea de una asesina llamada Beatrix Kiddo que busca vengarse de personas que comparten puntos de conexión muy profundos con ella. Desde Vernita Green (quien al igual que Kiddo, tiene una hija de cuatro años), pasando por  O Ren Ishii (mismos códigos guerreros, mismo pasado marcado con sangre), Elle Driver (mismo amante), Budd (un destino similar en la ciudad de El Paso de haberse retirado del oficio) y el propio Bill (con quien comparte ni más ni menos que una hija).

Sí estoy de acuerdo con Martin en que puede haber una relación interesante entre esta obsesión de los últimos años de Tarantino por la venganza, y el atentado del once de septiembre. De hecho, me resulta casi lógica la relación que hay entre toda esta mencionada tendencia de cuestionar la figura del héroe violento y ese hecho especialmente trágico en la historia de Estados Unidos.

Después de todo, el 11-S implicó que, por primera vez, Estados Unidos sufriera una invasión externa a su propio país y contemplara el derramamiento de sangre en su propio territorio. Cuesta creer que después de eso se pueda asociar al ser violento con ideales nobles tan fácilmente como antes.

Puede decirse incluso que lo de Tarantino es una manipulación moral que va más lejos que las que hacía Hitchcock (director al que no por nada Tarantino cita explícitamente), ya que si el maestro inglés gustaba de volver a su espectador por unas horas un cómplice de un asesino, Tarantino vuelve al espectador una persona que encuentra en su oscuridad un objetivo práctico.

Porque lo cierto es que hace rato que Hollywood no se cuida tanto de glorificar al violento como en estos últimos diez años.  O trata sus acciones de manera paródica y/o autoconsciente, o sencillamente se empieza a preguntar sobre el derramamiento de sangre: quién la está derramando, con qué objeto, y para sostener que tipo de modo de vida. También pueden verse otros miedos. Por ejemplo, en qué se convierte uno cuando derrama sangre ajena, y sobre todo si hay alguna manera de frenarla, o si cuando la violencia explota ya no hay manera de controlarla. Sospecho, teniendo en cuenta las tensiones internacionales, que estas son preguntas pertinentes.

Simplemente pensé mucho sobre esto el día en que Obama anunció el asesinato de Bin Laden. Recuerdo que ese día el presidente de los Estados Unidos dijo que gracias a esta muerte el mundo era un lugar más seguro. Mientras la mayor autoridad política norteamericana anunciaba esto se ordenaba doblar la seguridad en todos los aeropuertos por miedo al revanchismo terrorista.

Tamaña contradicción inquieta demasiado  y es imposible no pensar en la idea de un círculo de venganzas que no parece terminarse nunca. Como Beatrix Kiddo de Kill Bill dejando siempre, conscientemente o no, la posibilidad de que todas las personas de las que se vengó tuvieran una posibilidad de ser vengados más adelante: la hija de cuatro años de Vernita Green que podrá crecer para matar a la asesina de su madre, la asistente mafiosa de O Ren Ishi -Sophie Fatale-, que queda descuartizada pero viva para vengar a su amiga O Ren Ishi; la Elle Driver a la que Kiddo, curiosamente, no mata sino que deja ciega; o a la propia hija de Beatrix, quien muestra de muy pequeña signos psicópatas (el episodio del «pez en alfombra», la frialdad con la que recibe la muerte de su padre) y que podrá vengarse de su propia madre en cualquier momento por haber asesinado a su progenitor (al fin y al cabo, ¿no fue apuntándole un arma de juguete la forma en la que la hija conoció a su madre?). Esa película, justamente, terminaba con una frase ambigua, que anunciaba que «todo estaba tranquilo en la selva».

Un final, que si vamos al caso no es muy diferente en su concepción ambigua que la de ese cuento pequeño, oscuro y magistral llamado Una Historia Violenta. Ese en el cual la familia se reúne para una cena y todos sus miembros miran a su padre (el que acabó de matar a todos los que acechaban la seguridad suya y de sus afectos, el que llegó a pegarle un tiro en la cabeza a sangre fría a su propio hermano). Uno se pregunta ahí si esa violencia cada vez más creciente del Tom/Joey interpretado por Viggo Mortensen se detiene en ese instante, o si se seguirá acrecentando, sea en su figura o en la del propio hijo mayor de esa familia. Si, en suma, de tanto querer combatir a los monstruos externos no se dio  cuenta esa familia que los monstruos no iban a dejar de venir hasta que todos terminen muertos y que quizás en su propia casa terminaron engendrando, alimentando y confiando su protección a la mayor de las bestias.

DESCARGAR EN PDF: El problema de derramar sangre

Publicado por Hernan Schell

29 comentarios

cuando la novia y o ren ishii se dan la cara

Nelson Arriaga

El derramar sangre en la pantalla, a mi modo de ver, es la búsqueda de una adherencia a ideales o conceptos que se quieren vender al público. El cine, como forma de expresión brinda la herramienta perfecta para llevar mensajes positivos a los espectadores, si es bien empleado o por el contrario, intentar un adoctrinamiento o convencimiento sobre ciertas ideas. El hecho de derramar sangre per se no está mal pero dependerá de los propósitos que el filme persiga al hacerlo. No todo es análisis de calidad de dirección, vestuario y música sino también de contenido y cómo el mismo impacta a la sociedad en que se plantea a través de la puesta en escena de la película en cuestión. En modo alguno esta opinión consiste en una imposición intelectual por lo que las discusiones sobre las mismas, son ampliamente bienvenidas.

Sergio Blanché

Hola!

Quizás en esta temática sobre derramar sangre mas allá del cine está también parte de la historia de la humanidad, de la política, filosofía, etc. En este complejo contexto que puede generar otro tipo de debates y mas allá de cualquier posición política o análisis objetivo que se pudiera realizar, hay hechos históricos que van a favor o en contra de las películas de acción que «derraman sangre» así como muchos políticos han derramado sangre… entre las posibilidades que (por ahora y esperemos que no cambie) nos brinda internet encontré este documental sobre «La doctrina del Shock» y sus repercusiones, acá va el link por si alguien lo quiere ver: http://www.youtube.com/watch?v=gP591bZNc0I&feature=related

Creo que hay aspectos que se mencionaron en la videoconferencia! (…uno empieza a confirmar ciertas sospechas…)

Saludos!

Nos hemos acostumbrado de tal manera a ver violencia en la pantalla que lo vemos como una consecuencia lógica de los acontecimientos por los que pasan nuestros «héroes» hollywoodienses. Apoyamos en todo momento a Aldo y Beatrix -personajes de Tarantino- sin plantearnos si el fin justifica los medios. Asumimos que sus enemigos se merecen los castigos que éstos les propician y quedamos satisfechos cuando la venganza se completa. ¿Debemos comenzar a plantearnos quizás hasta que punto extrapolamos esto a la vida real..

Como en todos los géneros, en el de acción, considero que se puede encontrar buenos films como malos. Quizás si vale replantearse, que la producción de este género insume un costo superior, por lo que en parte , determine que quede en manos de las grandes productoras.
En la gran mayoría de las películas de acción, creo que el foco está en el efecto, y no en el guión , en la escena, en la historia. Y eso lo condiciona a ser un tanto efímero.
Películas, como Bastardos sin gloria, comentada en el audio. Muestran que los fectos de acción, sangre, son parte de una historia que se narra en el film. Además esta película, no solo que tiene un desarrollo impecable en todos los aspectos del cine, sino que agrega la cuota crítica, promuve la reflexión .

Miguel Suárez

He pensado otros ejemplos que añadir a mi post anterior, la película danesa «En un mundo mejor» de Susan Bier, ganadora del Oscar en 2011, y la obra maestra de Paul Schrader «Affliction». Ambas hablán del nacimiento de la violencia en el ser humano y de su relación con la sociedad en la que se vive, sin embargo añaden un nuevo y fundamental aspecto: la familia, como el ente más poderoso y más influyente en la formación psicológica de la persona (y por lo tanto relacionada directamente con la violencia). Espero que os parezcan también interesantes.

Un Saludo

Miguel Suárez

Miguel Suárez

(Con las prisas se me ha escapado un tilde en hablan que evidentemente no debe aparecer. Siento el error.)

Maria Luiza Andrade

holá,

jo no hablo español,por lo tanto voy escrebir en portugués. soi brasileña.

os heróis na cinematografia brasileira sempre me interessaram,pois durante o cinema novo e no cinema marginal,o herói era o anti herói,tendo como referencial o malandro,de moral bem duvidosa,não eram virtuosos como os mocinhos norte americanos,entretanto o que vemos nos dias atuais é a reprodução dos heróis mais tradicionais norte americanos,os da década de 80 que fala o texto,como por exemplo o capitão nacimento de tropa de elite,violento,passando por cima das convenções e da própria lei para prender criminosos,os matando,torturando,sempre para deixar a sociedade livre de «marginais». enquanto temos agora na cinematografia internacional,heróis duvidosos,sem moral muita das vezes,ou com objetivos concretos como foi dito,aqui a história se inverte,talvez seja uma questão social devida a corrupção e impunidade que temos aqui,assim estes heróis trazem uma sensação catartica de comprimento da ordem,o que é assustador na verdade,pois acaba caindo em excessos,como se para manter o status quo vigente é necessario existir um personagem central disposto a fazer tudo,para mim isto se chama fascismo

Miguel Suárez

Buenas tardes,

En el texto se alude a diferentes ejemplos y además en los comentarios también se habla de opiniones políticas actuales y su reflejo cinematográfico. Yo únicamente quiero añadir algunas cosas, de algunas películas de las que se habla y de otras que creo que sería interesante hablar.
Drive creo que es un gran ejemplo, además considero que junto a Shame y Fausto de Sokurov, son las películas actuales que mejor hablan de la situación que vivimos en nuestra época. Drive es el retorno de la desesperanza, de la imposibilidad del amor idílico, de la soledad en la que se encuentra el ser humano. Por otra parte, Shame es también una película de soledad, sin violencia externa como Drive pero llena de la violencia interna que producen los dilemas morales y sociales que oprimen al protagonista. Por último, la obra maestra de Sokurov, Fausto, la historia clásica pero desde una nueva perspectiva, sin el final de Murnau, ya que al igual que en Drive y Shame, el amor no tiene sitio. ¿Por qué surgen de nuevo filmes como estos que muchas veces aluden y homenajean a otros tiempos? Porque la misma desesperanza en el ser humano vuelve a ser real.
Recuerdo que el año pasado hubo una película que se paseó y cosechó numerosos premios en Festivales de todo el mundo. La obra en cuestión se llamaba «A serbian film», es conocida como la película más violenta de la historia del cine. Esta película que fue una bofetada a la realidad similar a la de Lars Von Trier con Anticristo, es también el grito desesperado de un pueblo oprimido durante años que ve como el resto de pueblos le han dado siempre la espalda. El rencor y el odio, hoy en día se liberan con la violencia. No tenemos que ser seres violentos para comprender y usar la violencia, ya que existe dentro de esa parte animal algo que la hace aparecer cuando la esperanza se ha esfumado. Del mismo modo que Dustin Hoffman no era un ser violento en Perros de paja (Strawdogs) pero para huir de la violencia la acaba usando. La situación mundial actual animaliza cada vez más al hombre, el cine nos lo está avisando igual que Pasolini nos avisó del consumismo con la magnífica «Saló o los 120 días de Sodoma». La pregunta es ¿le haremos caso esta vez?

un saludo y muchas gracias

Alexandra Matute

buenas… a mi en particular no me gustan las peliculas sangrientas no las disfruto por ello no las veo, y creci en la decada de los 90 me encanta ver una peli donde el protagonista (heroe) sea el que gane la batalla y los malos pierdan, laentablemente la violencia esta implantada en la sociedad y si una pelicula de accion no tiene suficiente sangre y muertos simplemente tiene poca receptividad

JANET ZULUETA

Hola a tod@os:

Sobre el género de películas de violencia y héroes de acción, esos filmes son los que tienen más inversión en publicidad y marketing que ningún otro.
Filmes como los que hizo en su momento Bruce Willis, Stallone y Arnold venían precedidos de campañas publicitarias mundiales, que tuvieron un efecto multiplicador en casi todos los países del mundo.

Pero en el caso de la violencia en la sociedad Latinoamericanana, ¿hasta qué punto una pelicula cuyo tema central sea la «violencia en las calles o el narcotráfico», es imitada en la realidad o sirven para reflexión de quienes la ven?
El actor méxicano Diego Luna, opinó al respecto lo siguiente el año pasado:

«El actor Diego Luna, que asistió en Ciudad de México al estreno de la película «Miss Bala», aseguró que los mexicanos están «en medio de una guerra» que han querido pensar que no los afectaba y que hoy es más suya que nunca.

El actor hizo estas declaraciones en el estreno de «Miss Bala», filme de su productora, Canana Films, que cuenta la historia de una joven mexicana atrapada en las redes del narcotráfico que aspira a ser reina de belleza.

«Más nos vale que todo lo que hagamos tenga que ver con el lugar donde vivimos y nos preguntemos día a día dónde estamos y dónde queremos estar, ‘Miss Bala’ te lleva a hacer eso», dijo el actor en la alfombra roja del Teatro de la Ciudad de México.

Los mexicanos estamos «en medio de una guerra que quisimos pensar que no nos afectaba y que hoy es más nuestra que nunca», señaló el actor.

Para Luna, hay que tomarse la situación en serio porque «es responsabilidad de todos» y más «vale hacer algo».»Miss Bala» es una película que, según Luna, no hace juicios, hace preguntas e invita a la reflexión.»

Fuente:
http://www.elespectador.com/entretenimiento/agenda/cine/articulo-297285-miss-bala-violencia-el-cine-mexicano

La violencia medida o desmedida que impregna Hollywood en sus películas es el reflejo de sociedades (sí, la mayoría de sociedades contemporáneas por no decir todas) que tienen niveles de violencia que son tácitamente tolerados por los individuos de las mismas. Las películas violentas en su mayoría son taquilleras porque la violencia, que incluye asesinatos, torturas y similares, se ha convertido en el antivalor más frecuente y anhelado, en forma de venganza, por los seres humanos. La ultraviolencia es mejor recibida por los espectadores que películas de comedia o romance. Es más cómodo aceptar la violencia viendo en una pantalla grande los motivos, procesos y efectos de la violencia en realidades alternas que aceptar que esos motivos, procesos y efectos están sucediendo a la vuelta de la esquina.

Creo que uno de los mejores ejemplos sobre la cuestión del héroe y los estereotipos, aunque no se ajuste específicamente a la propuesta, o sí, es Shrek. La cuestión de desmitificar el prototipo heroico «súper hombre» para traer la parodia a los personajes de cuentos de hadas es cuestionar el género y las performances habituales que el cine siempre representa, mucho mejor cuando se enfoca este «inocente» tema apuntando al público infantil. Sobre el tema de la sangre creo que con «La pasión de Cristo» fue suficiente como para asquear a todos los fanáticos del siglo pasado y de este, innecesario e híper suficiente para hacer entender que existe un público que ama la tortura explícita. Ni Drácula lo hubiera soportado.

JANET ZULUETA

Hola a tod@os:

En su ensayo el Prof. Shell, comenta el giro que dio el cine de héroes y de acción a raíz de los sucesos del 11 de septiembre en New York.

Buscando en Google, lean lo siguiente es del 14 de septiembre de 2001:

«Hollywood ha comenzado una precipitada campaña de reajuste de varias de sus películas. Explosiones, terrorismo, bombas o violencia han quedado descartadas de la oferta a la que nos tiene acostumbrados, al menos mientras que Estados Unidos se recupera del ataque terrorista contra las Torres Gemelas y el Pentágono.

Durante décadas los estudios cinematográficos han convertido tanto a Nueva York como a Washington en principales objetivos de ataques, como en Independence day con Will Smtih o Estado de sitio con Denzel Washington y Bruce Willis, entre muchas otras, pero ahora la imagen los edificios derrumbándose es demasiado real para reproducirla en la gran pantalla.

Estrenos aplazados, películas retocadas y sustituciones televisivas han dominado la última hora de la meca del cine, una situación de la que no ha podido librarse uno de los actores de acción por excelencia, Arnold Schwarzenegger. El estreno de Collateral damage, que debía estrenarse el 5 de octubre, ha sido aplazado. El filme narra la historia de un bombero cuya mujer e hijo mueren cuando unos terroristas colombianos hacen estallar una bomba en un edificio estadounidense. El último trabajo de Tim Allen, el filme de la Disney Touchstone Pictures Big Trouble, cuyo estreno estaba pensado para el 21 de septiembre, también será postergado.

Los responsables de los estudios tomaron esta decisión porque, a pesar de ser una comedia, la trama de la película gira entorno a una misteriosa maleta que resulta ser una bomba y acaba a bordo de un avión. Ni siquiera las cintas más románticas han escapado al efecto que han causado los ataques. El filme Sidewalks of New York (Aceras de Nueva York), tendrá que esperar ya que la Paramount prefiere esperar a que los ánimos se calmen y probablemente alguna escena pueda necesitar ser retocada.»

Al respecto las palabras mías sobran….

JANET ZULUETA

Hola a tod@s:

Una nueva intervención en este foro para dejarles esta declaración que diera la actriz australiana:

Nicole kidman1 Nicole Kidman: Hollywood incita a la violencia contra las mujeres

Nicole Kidman cree firmemente que la industria cinematográfica de Hollywood incita a la violencia contra las mujeres. ¿Por qué? Por la clara tendencia de los productores de mostrar a las mujeres como simples objetos sexuales y entes débiles, lo que lleva a los hombres a formarse una imagen equivocada de ellas, provocando actitudes erróneas por parte ellos.

Por ello la actriz australiana afirma nunca haber aceptado un papel de ese tipo y asegura que nunca lo hará — no importando la cantidad de ceros que aparezcan en el cheque.

“No puedo responsabilizarme por todo Hollywood, pero ciertamente puedo hacerlo por mi propia carrera”, sentenció la protagonista de The Stepford Wives.

La película The Stepford Wives es lo más grotezco, vació, violento y lleno de ambiguedades que ha hecho la Kidman.

Hola a tod@s:

Excelente ensayo del Prof.Hernan Schell, lo acabo de leer y ciertamente de manera inteligente pasea al lector por un recorrido de lo que ha sido el género del cine de violento y de héroes de acción de Hollywood.
Un género que ha dado millones de $$ a ese imperio del cine que es Hollywood.
Muchas de las películas que nombró el Prof. Schell las he visto bien sea en cine o en la televisión, algunas hasta varias veces como las de Bruce Willis, Stallone y Arnold. Igual las de Quintin Tarantino que por cierto ese genio guionista y director de Tennessee quien por cierto y según su biografía que leí en Google declaró en el año 2010 en el Festival Internacional de Cine de Morelia que le gustaría hacer la película Kill Bill: Vol. 3. Él explicó que «quería dejar pasar diez años entre el último conflicto de la novia, a fin de dar a ella y a su hija un período de paz».

Esperamos con ansia Kill Bill Vol. 3 para conocer al Tarantino de estos tiempos.

Los héroes de acción como Satllone, Arnold Schwarzenegger y Bruce Willis, ya no son los mismos, ahora son héroes de «carne y hueso», sin embargo siempre surgen películas que solo buscan taquilla como Capitan América es uno de los superhéroes más emblemáticos de Marvel Comics, creado en 1941, la película del pasado año dirigida por Joe Johnston y protagonizada por Chris Evans (el hombre fuego de los 4 fantásticos), no la nombró el profesor Shell en su ensayo, entiéndase porque no es parte del cine de género «violencia y superhéroes».

Ni el filme Los 4 fantantasticos dirigida por Tim Story y protagonizada por Jessica Alba, Ioan Gruffudd, Michael Chiklis, Chris Evans, Julian McMahon.

Es el atajo que ha tenido Hollywood de adaptar comics al cine, casos exitosos de las llamadas «franquicias» como Flash Gordon, Superman, Batman, el Hombre Araña,Xmen,etc.

El género de cine de superhéroes, violencia y acción ha sido el pilar taquillero de Hollywood y continuará siendolo mientras haya cinéfilos que paguen por ver este tipo de género fílmico en las pantallas grande o pequeña de la televisión.

Igual sucede con el género policíaco y de crimen. Un filme reciente que recomiendo es el español No habrá paz para los malvados, ganadora del Goya 2012 y protagonizada por el excelente actor español José Coronado, su trama y actuaciones, merecen ser vista no solo por los españoles sino por iberoamérica, es ese buen cine de intriga que pensaba se había perdido y que regresó de la mano del director y guinista español Enrique Urbizu.

Ricardo Bolzán

Bueno, antes que nada quiero decir que este es un tema que estaba esperando a que se toque dentro del curso por el hecho de que me interesa mucho la cuestión del héroe a lo largo de la historia del cine y porque soy un aficionado al cine de superhéroes, quizás por haber crecido durante estos últimos años junto al mismo o porque me gusta ver reflejadas realidades sociales en los films de éstos personajes. Un tema tan científicamente real como la mutación, aunque llevada un poco al ámbito de la ficción al tratarse de un cómic, pero verosímil al fin, o los valores humanos que imperan en la trilogía de El Hombre Araña de Sam Raimi, sólo para dar un par de ejemplos de lo que encierran películas que muchas veces son pasadas por alto sólo por tratarse de «tipos disfrazados que pelean», tal como muchos denominan a estos personajes en un intento de infantilizarlos. Cuando Hernán habla sobre esos personajes ambiguos, específicamente en el caso de Drive, en donde un hombre enamorado no puede hacer más que proteger a la mujer que ama por no poder convivir con ella, es una situación un tanto repetitiva en la última década. Tanto Peter Parker en El Hombre Araña como la bestia Hulk en su estado normal, Bruce Banner, en el film de Ang Lee, son tipos que sólo se limitan a proteger o cuidar de la mujer que aman al no poder formar parte de su vida por sus condiciones naturales.
En cuanto al conflicto que ví más reflejado en la pantalla grande en lo que va del cine del siglo XXI es la INTOLERANCIA, la segregación, la marginación social. Creo que es un tema que se repite muy frecuentamente con respecto a la cuestión del héroe. Algunos ejemplos: X-Men, Hulk, Los 4 Fantásticos, Batman o Piratas del Caribe incluso, con la figura de Jack Sparrow. Ése me parece el mayor conflicto o tendencia social que se pudo ver reflejada en estos últimos años con la figura del héroe, que incluso en ciertos casos logra convertir al protagonista de la trama en un paria, visto erróneamente por la sociedad ficticia como el villano de la historia.
En lo que respecta a Tarantino, ví Bastardos Sin Gloria y también la entrevista de QT con la periodista que cita Adrian Martin en su crítica. Pienso que por más contradicciones que hubiese podido tener al momento de responder, Tarantino lo único que buscaba en esa entrevista era cerrarle al boca a esa mujer y no quiere decir que con ello QT esté dando todos los fundamentos de su concepción de la violencia. Yo personalmente ví Kill Bill cuando tenía justamente 12 años y está claro que a esa edad cualquier chico con una psiquis normal puede distinguir entre la verdad y la ficción. No busco con esto defender a Tarantino, pero creo que es su película y nadie mejor que él sabe a qué público está dirigida. No creo tampoco que haya dicho lo que dijo como estrategia de ventas, ya que a mi modo de ver no es un director que tenga como objetivo vender la mayor cantidad de entradas de cine posibles. Sí coincido con Martin en el «plan de venganza» que expone Tarantino en sus películas, tal como si fuese un protocolo ya establecido en sus cintas. Pero no creo que haya que ver a QT como un mero exhibidor de derramamiento de sangre. En fin, es la estética que elige para sus historias y hay un gran trasfondo para analizar más allá de preocuparse por los baños de sangre que ya son una característica más de su marca registrada. Las mejores escenas de sus películas no son justamente en las que ocurre la mayor exposición de violencia física, sino aquellas que nos sorprenden con las mejores frases y diálogos que nos tienen acostumbrados sus guiones y, me atrevo a decir, el cine de estos últimos 20 años.

Jesús Arcos

En mi opinión, es verdad que Hollywood quizá responde a sus inquietudes vitales frente a la realidad que le presentan sus políticas. Últimamente los géneros adolescentes basados en las historias vampíricas apelando a la honestidad y el valor moral de la virginidad, evocan directamente a la recuperación de los valores que representa la estirpe milenaria y aristocrática, frente a la animalidad de los licántropos que basan su vida en la comunión con las costumbres barbarás de la naturaleza salvaje. Los valores tradicionales se enfrentan a la libertad de oportunidades que nos ofrece la especie como humanos. Transcender la naturaleza se convierte en una necesidad que nos enfrenta a los instintos primarios como animales mamíferos pensantes.

Igualmente triunfan las temáticas que sobre zombis llenan las pequeñas pantallas buceando en el océano de los grandes formatos. Todos son personajes comunes como nosotros que dada una especial circunstancia, la ciencia perturba su evolución natural provocando una reacción de contagio que nos afecta a todos.

La muerte está presente en todo momento. Unos sobreviven aristocráticamente al fin de los días, y otros, sobrepasan pero no sobreviven para mantenerse vivos frente a sus congéneres. El miedo a la muerte, presente en la experiencia de todos los norteamericanos, tras su participación en la guerra, quizá provoque un sentimiento de indefensión que necesita una razón para matar y otra muy parecida para seguir vivos. El miedo al terrorismo, a las bajas en las guerras que mantiene activas por todo el mundo, y la necesidad de salir indemnes de ellas, nos plantea un panorama curioso sobre el qué reflexionar.

Incluso hasta la directora de «True blood» hace una traslación de los problemas de los homosexuales en EEUU frente a la sociedad, contraponiendo un estilo de vida sofisticado y sutil, frente a otro más común, bárbaro y mediático, que sólo pretende sobrevivir a la vida, y ser feliz haciendo hijos y por tanto, procreando la especie. Si alguna vez alguien se planteó que significa vivir más allá de lo común, quizá el primer paso sea cuestionarse la sexualidad como un estereotipo conservador o demócrata.

En otro orden encontramos en el cine internacional llamadas al despertar de sus sociedades, como en España «La teta asustada» donde una enfermedad se transmite por la leche de las mujeres maltratadas, tema que ocupa y ocupó gran parte de los telediarios del 2007 y 2008. También Vals con Bashir en Israel donde se replantea la guerra del Líbano como necesaria o no, para una generación a la que a marcado de por vida.

En cualquier caso la sangre representa para el género humano una llamada a la atención y al peligro, que pone en tela de juicio el «valor» humano como héroe o como villano. El cine tiene que denunciarlo a través de su Arte.

Tania Hernandez

Ahora que dices esto de la sangre y los «valores», en X-Men 3, por ejemplo, se trata el tema de la «cura» a la homosexualidad. En ese entonces en Estados Unidos se planteaba la «cura» religiosa y medicada a la homosexualidad, considerada por muchos conservadores y fanáticos religiosos como enfermedad. A los mutantes se les ofrece «normalizarlos» para que pudieran gozar de una vida sin rechazos, sin marginación. Ellos reaccionan diciendo: «nosotros no tenemos problemas con ser diferentes, la intolerancia ES el problema».

En cuanto a los vampiros, específicamente la saga de Crepúsculo, hay que ver que la escritora de los libros en los que se basa la saga es mormona, y por eso defiende esos «valores». «Valores» que también defendían Sara Palin y los republicanos que son grupo económico muy fuerte.

Tania Hernández

¿Sabían que los extraterrestres en los 60’s eran de marte, porque era el planeta rojo = comunista? Pues así se han tipificado a los «enemigos», se crea una especie de paranoia y luego se justifican situaciones como la Guerra contra Irak, Guantánamo, la presencia de Estados Unidos en Colombia, la invasión de Afganistán, etc.
Antes James Bond era la referencia para ver quién era el enemigo del momento (rusos, cubanos, chinos, japoneses, etc). Ahora hay un montón de referencias y contra referencias, es decir, tenemos por ejemplo el «problema» de los migrantes, que por una parte son los extraterrestres que amenazan la independencia (Independence Day) y por otro vienen con se rebelan con Robert Rodriguez en Machete, o se les otorga cierta empatía, como en District 9. Y por el otro lado está aún Robert Romero cuestionando todo.
Es decir, creo que el cine sigue siendo referente de lo que está sucediendo en el mundo, y, en Hollywood, de la política exterior estadounidense.

Diego Vázquez Meizoso

Estoy de acuerdo en que el 11-S ha influído en la manera en que Hollywood vende la violencia, por primera vez los norteamericanos sintieron la violencia extrema «en casa» y eso cambió su percepción de ella como algo noble y que justificaba muchas cosas. Muy de acuerdo con Hernán sobre todo lo que menta sobre QT y sus personajes post 11-S.

También respondieno a la pregunta creo que el giro que ha dado el cine norteamericano hacia lo adolescente también tiene que ver con un nuevo sentir social en el que este grupo tiene un importancia desconocia hasta ahora. Ser joven es un gran plus, los grandes ídolos pop (música, cine, incluso literatura) son cada vez más jóvenes, incluso adolescentes, pero en contextos y actitudes de adultos.

Estrella Vergara

Hola a todos!
Muy bueno el tema de esta clase.
No me agradan las películas sangrientas aunque por la admiración que tenía por Charles Bronson vi todas la saga del Vengador Anónimo. Es verdad que se termina justificando la violencia porque la temática (muy vigente) hace que el espectador quiera ser ese «héroe» que saca la lacra humana de la sociedad pues se traza un paralelo con la realidad y aparecen las leyes que parecen proteger a los asesinos, la impunidad, la burla.
Otro rudo que admiro es Clint Eatswood y un rudo forzado en el que cualquiera puede convertirse al estilo de Harrison Ford en la película cuyo título no recuerdo, junto a Brad Pitt que hace de un terrorista muy buscado
La problemática social que aborda la pobreza, la exclusión, el odio que se genera en los adolescentes como resultado de las desigualdades y faltas de oportunidades prefiero que el cine del siglo XXI lo trate al estilo de «Take the Lead» donde el profesor Pierre Dulaine demuestra que su método pedagógico puede cambiar las cosas.
Como pueden ver amigos, mi experiencia como espectadora se reduce a Hollywood. ¡Cuánto tengo que aprender!
Un saludo cordial a todos desde Mendoza, Argentina.

imani arriaga

la violencia es un tema que ha puesto a pensar a muchos, en los diferentes puntos de vista, por ejemplo en el social, la personas estamos cada vez mas acostumbradas a cambiar la tele y encontar una balacera, o un escena de cama. actualmete en la sociedad mexicana eso ya es mas comun que nada, los niños crecen con la idea de que esto esta bien, y nadie como adultos les explicamos lo que sucede. Los paises se vuelven cada vez mas violentos, los «viillanos» reales son hombres que no sienten nada, que buscan una cosa nada mas dinero. Por lo tanto creo que el cine tiene sus propios villanos, es decir, como el texto señanala, a raiz de eventos como el del 11 de sep. estados unidos demuestrs su vulnerabilidad y a su vez una ventaja economica,es decir, difundiendo miedo entre el mundo puede vender armas » para que nos matengamos a salvo» y asi establecerse economincamente. pero no me voy mas alla, lo que quiero decir es que la sociedad, le exige al cine, demanda cosas nuevas e interesantes desde su inicio, pide que se renueven los generos, pero ¿que le puedes pedir a un genero como la accion? es una pregunta que no me he podido contestar asi como a otros generos. Los generos nacieron con ciertas caracteristicas que no pueden cambiar pero si evolucionar y evolucionan con nosotros como sociedad y publico. Como ya he dicho nuestra sociedad es muy violenta, y lo mas grave es que no solo se representa con, el narcotrafico, por ejemplo, sino tiene tantas formas,( en la casa, en la calle, en nuestro trabajos,) como la indiferencia, la negligencia, los insultos, la ignorancia, la discriminacion, la mentira, la manipulacion, etc. son tantos tipos y de tantas formas, que vivimos rodeados de ellas. simplemente los niños que ahora crecen en mexico,no son felcices si no tienen un arama de iron man o algo asi. Y el cine al tocar temas como estos estan obligados a ser violentos, por ejemplo Victor Gaviria, es un director colombiano que retrata su sociedad, y su sociedad es mas violenta cada vez con el narcotrafico que vive alli, en una coferencia platica que los hombres nacen y se escogen en el momento, los que serviran para aalgo y los que mandas al matadero.Es algo del que el genero tiene que ir de la mano, es parte de nuestra realidad vivimos con eso.
Ahora el genero en si, nacio asi, hay directores que lo saben tratar, hay otros que no, una vez alguien me pregunto que ¿que me gustaba de tarantino? y le conteste que me gusta porque saca lo mas bizarro de mi y es la verdad todos tenemos momentos violentos, felices, tontos, etc, y puede ser que como seres sociales reprimamos esos sentimientos y al ver una pelicula de Tarantino, por ejemplo lo saques, y despues vuelvas a la normalidad. Pero esto se queda alli no se convierte en mas.

Se trata sin duda de un tema bastante complejo como demuestra los múltiples debates que podría suscitar un texto tan rico en matices como el de Hernán. Coincido en que el impacto del 11 de septiembre en la sociedad americana tuvo su indefectible consecuencia en el cine del siglo XXI. Sin embargo, no se hasta que punto puede relacionarse tal acontecimiento y la denominada guerra global contra el terrorismo con el cultivo de una determinada conciencia social.
Precisamente estamos ante una sociedad que, gracias a las violentas películas de los 80 y 90, pero, sobre todo, merced al uso de internet, permanecemos totalmente anestesiados ante las duras situaciones que ocurren cada día en el mundo. Pese a estar más conectados que nunca a lo largo de la historia como fruto del uso de las redes sociales, cada vez nos cuesta más empatizar con los otros. Por eso, esta clase de héroes atormentados son contemplados por muchos como una perfecta metáfora del hombre moderno. Nos emocionamos antes con una película que con las imágenes de las noticias. Hemos creado una barrera emocional para que no nos afecte la violencia pero, en el fondo, al igual que estos violentos héroes mencionados en el texto, somos conscientes de que nuestra actitud es tan despreciable o al menos tan controvertida como la de aquellos a los que criticamos.

Mario Alonso

Dentro del termino «derramar sangre», a mi me preocupa el grado de excitación del publico y el extremo consumo a las películas de culto a la tortura, sé que no es el tema, se han multiplicado en el correr del tiempo de forma alarmante, y si se hacen es porque se consumen y generan ganancias.
Me parece importante esta naturalización a infligirle daño a alguien porque sí ya que la mayoría de nosotros venimos de países que en gobiernos militares miles de personas murieron bajo tortura, y compartir o incentivar a la publicación de material de este tipo es particularmente contraproducente para nuestras políticas de generar conciencia de derechos Humanos, no es inocente que estas películas sean furor en días donde diferentes gobiernos muestran fotos de soldados torturando prisioneros.

Mario Alonso

Siempre considere que las películas de acción tienen dos partes, una el entretenimiento, es una película para pasar el rato, y otra como un respaldo social a determinados sucesos políticos y bélicos de pasado reciente. Esta teoría esta medio de los pelos debería estudiar un poco más para afirmarla, pero digamos que es una análisis preliminar.
En los ochenta, la mayor parte de los héroes de acción eran veteranos de Vietnam, había una necesidad de reforzar el hecho de que los soldados y por lo tanto quienes decidieron enviarlos estaban en lo correcta e hicieron justicia en el acto vandálico de la guerra de los 70.
Hoy el héroe nace de nuevo mientras se vive el proceso de la guerra de Irak, dentro de dos o tres años tendremos más pelis como la Caída del Halcón o la que realizó la esposa de Cameron ganadora del Oscar (perdón soy horrible para los nombres) para que la ciudadanía no la mundial sino especialmente la de Estados Unidos crea que las malas decisiones políticas fueron correctas. Y en Veinte años tendremos la otra cara de Irak como en los noventa lo tuvimos de Vietnam.
También tenemos que considerar que el héroe cambia gracias a los videos juegos, porque voy a ver un Comando o un Rambo si yo puedo serlo en mi Pc o en mi Play, el héroe se re inventa y se llena de defectos porque para el inmortal que mata todo estoy yo con mi joysick.
Si el héroe se transforma en anti héroe no es algo innovador en el universo de la lucha contra el bien y el mal, el comics por ejemplo los de Marvel viene trabajando hace 40 años, con seres que se ven en la obligación de salvar al mundo y en el proceso deben pagar las cuentas siempre los apalean y los dejan sus parejas o algo peor. Solo piensen en un Peter Parker que tiene que lavar platos en un fast food mientras erradica una invasión de poderos seres esclavistas y tiene que lidiar con una jefa extranjera que no entiende lo que dice.
El héroe Chino, es distinto, el siempre muere, nunca es el que gana o no lo es él la mayor parte de las veces, Hero es el ejemplo de ello, además el héroe siempre combate contra un enemigo interno y no externo.
En resumen el héroe es un recurso que se utiliza cuando se necesita y se modifica dependiendo la aceptación del público.
Ah!! Bastardos sin gloria si es infantil a mi me pareció un rejunte de personajes interesantes encontrados en una libreta vieja los cuales vivieron como un guion se armo a su alrededor para poder incluirlos en el film.
Saludos

Sergio Blanché

Hola!
Interesante tema (como todos hasta ahora) mas allá de que estemos o no de acuerdo con la trascendencia y/o pertinencia de la sangre en el cine. Partiendo de la frase: «La violencia sólo engendra más violencia» podríamos llegar a despreciar este grupo de películas que derrama sangre con tanta facilidad y quita valor al aspecto humano, …quizás pretende insensibilizar y hasta transformar en normal la crueldad, (¿quizás hay una ideología detrás o una intención sobre el dominio de la sociedad? …no pensar, esperar que el héroe llegue a salvarnos de un mal (que ellos [ amos del mundo ] determinan y exterminan de acuerdo a sus propias definiciones), …si bien tenemos un lado salvaje (matamos para comer, para sobrevivir, etc, etc), en la lista mencionada por Hernán está estereotipado el héroe que todo lo puede y viene a salvar «el mundo» (que quizás no sea nuestro lado del mundo), además es un tipo de películas de las generalmente paso (por estos motivos y porque prefiero otros aspectos dentro del vasto espectro de la cinematografía a la que gracias a Internet he podido acceder en los últimos tiempos) (no he visto varias de las películas mencionadas pero no por que no las hayan pasado en el cine de mi ciudad (esas sí las pasan, en doble o triple horario), ésta ha sido una decisión personal).
Por otro lado, también es cierto que no se puede generalizar en todos los ámbitos de la vida y tampoco en el cine; en el intento de responder a la consigna sobre otras relaciones entre el cine del siglo XXI y otro tipo de conflictos: podría mencionar algunas películas que si bien derraman sangre lo hacen a través de conflictos psicológicos (que no necesariamente la justifican, pero en la trama hay algo más que el fácil entretenimiento, el adiestramiento o la banalidad, al menos eso creo yo), se me ocurren: Blade Runner de Riddley Scott de 1982, además de la ya mencionada y magistral Naranja Mecánica de Stanley Kubrick de 1971, quizás El silencio de los inocentes de Jonathan Demme de 1991; y ahora sí entrando en el siglo XXI: No es país para viejos de los hermanos Coen de 2007, El perfume (historia de un asesino) de Tom Tykwer (alemana) de 2006, Renacimiento de Christian Volckman (francia) de 2006 (animación), para salirnos un poco de Hollywood con algo de ciencia ficción y una pizca de filosofía quizás en alguna de ellas… ¿Quizás deberíamos preguntarnos que busca el espectador que asiste una y otra vez a ver éstos films?

Saludos.-

barbara peleteiro

Cada vez que Hollywood lanza una nueva película de héroes, no puede dejar de venir a mi cabeza eldocumental de M.Moore Bowling for Columbine.
EEUU es un país históricamente violento, los casos dónde jóvenes asesinan a compañeros de curso en las escuelas y universidades se suman año tras año. A veces creo que los «enemigos» de EEUU son creados por el mismo Hollywood para justificar luego sus politicas.
Por otro lado, y siguiendo con esta linea, no se ha nombrado aqui a Alan Pakula. Un excelente director que en El ultimo Testigo ( The Parallax View-con un joven Warren Beatty )reubica al enemigo en el interior mismo, creado por las mismas instituciones, al reclutar «marginados» para prepararlos para asesinar figuras politicas que cierto poder no gustaba.
Pelicula ademas con una belleza estética importante, y con una secuencia de montaje similar a la recordadisima secuencia de La Naranja Mecanica ya que estamos hablando de violencia…

Pero no nos olvidemos de Kitano o Kurosawa ( con Zatoichi por ejemplo)
Hay mas peliculas mas allá de Hollywood che !!!

A mi me gustó mucho Devil´s Rejects, de Rob Zombie. Es casi una remake de Pink Flamingos, que es del 72, y ahí se ve bien claro el miedo a la violencia. No cualquiera se da cuenta de que los protagonistas son héroes, pero son muy queribles.
En Kill Bill está la escena en la que madre e hija miran Shoggun Assasin, donde padre e hijo se vengan juntos. Es muy interesante la idea de héroe que hay en esa película, el tipo tiene clarísimo que no sigue más el bushido, y que recorre meifumado, el camino de los demonios. Y tiene todo un protocolo de acuerdo al camino que eligió.En ese sentido Kill Bill es mucho más simple.

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