Curso de Hitchcock Lado A: Cuatro psicópatas

Llegamos a la última clase del curso abierto Alfred Hitchcock, publicada originalmente en Perro Blanco. Nos despedimos con varias cosas. Primero y principal, con una autoentrevista de La Sombra de una duda (Shadow of a doubt, 1943), sumado a una videoconferencia sobre Extraños en un tren (Strangers on a train, 1951). Además verán que en el post en Perro Blanco hay varios videos desperdigados. Por empezar hay tres largometrajes: un link de La sombra de una duda, uno de La Soga (The Rope, 1948) y, como extra, el de Frenesí (Frenzy, 1972), la última obra maestra de Hitchcock. De las tres, solo la última tiene subtítulos en castellano, para que puedan entender cada una de las líneas de diálogos de una de las películas más terribles y oscuras de toda la filmografía de Hitchcock. A esto se le suman otros tres videos. Uno, español, sobre la obra de Hitchcock y al cual, personalmente, tengo mucho que discutirle (1). Aun así, no deja de ser didáctico y no deja de tener información valiosa que este curso, por razones de extensión y selección de información, no tuvo en cuenta. El segundo video es un análisis acerca de técnicas cinematográficas de Hitchcock (está solo en inglés y es un video de varias partes, busquen en YouTube). Al final del posteo en Perro Blanco verán un tercer video con una larga entrevista a Hitchcock subtitulada. Aquí en Ártica republicamos únicamente la autoentrevista y la videoconferencia sobre Extraños en un tren.

Si bien quedan dos posteos más (un “extra” del lado B del curso, sumado al posteo de la primera clase cuya videoconferencia, por razones ya conocidas, quedó trunca), esta es, digamos, la despedida oficial. Así que pasen y lean, y vean, y por supuesto muchas gracias por haber participado de este curso abierto.

¡Hasta la próxima!


Sobre psicópatas (autoentrevista)

Por Hernán Schell

Es curioso el caso de La sombra de una duda. Hitchcock la consideraba su mejor película y no terminó trascendiendo tanto como muchas otras de él. Es más, ni siquiera suele aparecer entre las listas de sus mejores películas.

Sí, pero lo que sucede es que uno no sabe tampoco bien por qué un artista quiere más unas obras que otras. A veces están involucradas cuestiones muy personales. Pat Hitchcock, la hija de Alfred, decía que la había pasado particularmente bien en el rodaje y que se llevaba extraordinariamente bien con Joseph Cotten. A esto se le suma que era muy consciente de que la película le había salido increíblemente bien. Después de todo, no le faltan virtudes. Tiene un villano excepcional, una progresión dramática envidiable; y un final tan oscuro como inolvidable. Además es una rara mezcla entre melodrama familiar, film noir y coming of age, todo envuelto en una película que, como las mejores de Hitchcock, logra ser perturbadora al mismo tiempo que accesible. A todo esto se le suma un hecho importantísimo en La sombra de una duda: ser una película que habla también y muy sutilmente de las circunstancias históricas en las que se filmó.

¿En qué sentido?

A ver. Antes de La sombra de una duda Hitchcock había hecho Sabotaje. Sabotaje no es de las mejores películas que realizó, pero aun así tiene algo fascinante: es una suerte de Los 39 escalones pero con mucho mayor nivel de violencia, una carga importante de tragedia y, sobre todo, un anclaje en la realidad histórica de ese momento, ya que tiene un discurso antifascista para nada disimulado.

¿Hitchcock, un cineasta político?

No en el sentido en que puede serlo, no sé, Ken Loach o George Romero (por nombrar a dos cineastas muy distintos pero igualmente claros en sus intenciones de protesta), pero sí como alguien que se vio afectado ante ciertos hechos por todos conocidos y en algún momento quiso decir algo sobre eso. Los Saboteadores tiene algo de eso.

Ok, ¿pero La sombra de una duda? No hay el menor atisbo ahí de referencia a los nazis.

No, pero sí se habla todo el tiempo de la pérdida de la inocencia, de gente que cree que nada puede afectar sus vidas tranquilas sin saber que tienen algo horrible amenazándolos, y así era como mucha gente americana vivía en ese momento: alejada de todo, sin pensar que algo espantoso podía afectar su vida, y sin embargo, bueno… sabemos lo que pasó.

Te referís a gente americana como la que vivía en pueblos como los de Santa Rosa.

Sí, claro.

Algo de eso puede ser. La sombra de una duda es de las pocas películas de Hitchcock que está filmada más afuera de un estudio que adentro. O sea, el pueblo de Santa Rosa no solamente existe, sino que buena parte de la película transcurre ahí.

Seguro. Es de las pocas películas de Hitchcock donde hay una búsqueda realista de un escenario. Hitchcock no quería simplemente construir un típico pueblo americano, quería encontrar uno y filmar allí, y Santa Rosa le pareció un prototipo de sus suburbios. Fue su primera forma de, en alguna medida, acercar el terror a los hogares americanos y creo nuevamente que esto fue un clima de época. Hay que recordar que por la misma época en la que Hitchcock hacía esta película, Val Lewton producía películas de terror como La mujer pantera (Cat People, 1942), donde también planteaba un terror que ocurría en lugares de clase media americana a personas que tenían oficios concretos y no a científicos excéntricos, como en las Frankenstein, o a ricos con mucho tiempo libre, como en Drácula. En el caso de La sombra de una duda, Hitchcock elige lo que en la película misma se denomina como “una familia tradicional americana”, donde el padre labura en un banco y la madre es una ama de casa dedicada. Todos viviendo en un lugar tranquilo donde todos se conocían y donde todo era tan seguro que nadie siquiera cerraba la puerta con llave.

Bueno, eso se ve en una escena de la película donde el amigo del padre de Charlie entra sin tocar la puerta. Es un momento increíble porque con un solo gesto Hitchcock te muestra el nivel de confianza que hay en ese pueblo.

Sí, es algo no tanto propio de Hitchcock sino más del tipo de narración del período clásico, en donde sus mejores películas tienden a tener ese poder de síntesis sutil y admirable. De todos modos hay otras señales de lo tranquilos que viven en ese pueblo. Una de ellas es la propia afición por los casos violentos y crímenes horribles que tienen el padre de Charlie y su amigo. Si bien son charlas morbosas, está bastante claro que es una muestra también de que para ellos el territorio de lo criminal y lo horrible solo está en las fantasías y el humor negro.

Sí, y la película juega con esa ironía de estar mostrando a dos personas que hablan del crimen como algo divertido y lejano, mientras al lado tienen al tío Charlie, que es un mal concreto y que traerá tragedia.

Constantemente.

Aun así, no deja de ser inquietante que sí hay una conexión mucho más fuerte, casi telepática, entre la sobrina Charlie y el tío Charlie. Una que casi le da a la película un aire de fantasía, o de fantasía pesadillesca si se quiere.

Eso es lo más cercano a un elemento sobrenatural que tiene la película. Esa conexión extraña entre una sobrina y un tío que se llaman igual y que a veces parecen adivinar qué piensa uno de otro. Hasta la película habla de una conexión prácticamente telepática entre los dos. Y ella por otro lado está prácticamente enamorada de él. Es muy inquietante de hecho verla hablar de él al principio casi como un príncipe azul que la viene a rescatar del aburrimiento que vive en ese pueblo de Santa Rosa.

Ese momento se da muy al principio de la película, cuando la sobrina Charlie está en la cama rogando que venga algo que mueva todo. Parece una inversión de las películas navideñas o cuentos de hadas en los cuales alguien desea algo y viene, pero en este caso en forma de horror.

Sí, para mí también se relaciona mucho inversamente con un cuento de hadas La dama desaparece. En esa película Hitchcock pone a una protagonista que también desea una vida sin aburrimientos, y le concede una hermosa aventura en un tren. Acá, en La sombra de una duda, el deseo termina siendo concedido pero en una variante trágica. Es como si Hitchcock se hubiera vuelto un creador más lúgubre y hasta sádico, al menos en comparación con La dama desaparece.

Que de hecho es una película que transcurre en una tierra de fantasía, mientras La sombra de una duda, como ya se dijo, está anclada en escenarios reales.

Claro. Y de hecho puede verse una inversión más de una película respecto de la otra. Y es que mientras en La dama desaparece el tren tiene la connotación de la aventura, acá el tren en el que llega el tío Charlie es siniestro. El propio Hitchcock decía que se esforzó porque el humo del tren fuera especialmente negro, para justamente mostrar la característica infernal del personaje. Por otro lado, La dama desaparece, al ser una comedia ligera (magistral, pero ligera), puede darse el lujo de tener un villano torpe; el villano de La sombra de una duda es implacable y de lo más siniestro que ha dado el cine de Hitchcock.

Está entre sus mejores villanos.

Sin duda, a la altura del Bruno de Extraños en un tren o Vandamm de Intriga internacional (North by Northwest, 1959). Es un villano prácticamente diabólico, no solamente en su elegancia sino también en su capacidad de seducción. Un psicópata de manual si se quiere, que sabe incluso qué decir en el momento correcto y cuyo afecto, como sus principios, es solo fingido. Pienso incluso que él mismo finge y mucho ese sentimiento de añoranza por el pasado que dice más de una vez en la película. Es si se quiere un discurso que tiene que ver y mucho con el de su hermana, como si él quisiera mostrar que está a tono con su conversación. Es un tipo tan dañino y envolvente que en alguna medida y de alguna manera termina triunfando parcialmente. Aun cuando él muera hacia el final, va a ser recordado como alguien bueno, e infecta a su sobrina con una visión tremendamente oscura del mundo y con tener que guardar un secreto de por vida. Es un final que me recuerda al de El caballero de la noche (The Dark Knight, 2008), otra película con un villano extraordinario, que funciona como una suerte de inversión total del protagonista, y que hacia el final lo obliga a mantener una mentira para mantener la armonía en la población. La pobre sobrina Charlie tiene que cargar sobre su peso una verdad horrible que si se devela sería un golpe demasiado grande para un pueblo que había comprado una imagen muy distinta de su tío.

Es como una forma muy dura de adquirir responsabilidad y por ende madurez.

Sí, por eso también, a su raro modo, La sombra de una duda es lo que en Estados Unidos se conoce como una coming of age, o sea, una película de crecimiento y pasaje entre la adolescencia y la adultez, aunque sea de una forma traumática y horrible. Por eso también la figura del vals, que en la película tiene que ver con muchas cosas: con el pasado idílico del que habla tanto el tío Charlie como su hermana, pero también con el hecho de que el vals es lo que las chicas bailan en los casamientos y en las fiestas de 15, y que implica la pérdida de una etapa de nenas para transformarse en mujeres.

Lo de transformarse en mujer también tiene que ver obviamente con el policía con el que uno presume que ella terminará de novia.

Hacia el final te muestra que ella tiene la confianza suficiente para que sea el único al que le cuente el secreto. De ahí a una historia de amor aunque sea una marcada por la tragedia pareciera haber un paso. Pero al mismo tiempo lo tremendo es que ella no ama demasiado al policía. Lo quiere como a un amigo (ella misma se lo dice) y es más probable que, a su modo, la atracción por su tío siga siendo mayor.

Convengamos también que la película hace bastante por que uno la entienda a ella. El actor que hace de policía no tiene mucho carisma, mientras el tío Charlie tiene la presencia cinematográfica de… bueno… Joseph Cotten.

Y Joseph Cotten en la que posiblemente sea la actuación de su vida. Y estoy hablando del tipo que fue Leland en Ciudadano Kane (Citizen Kane, 1941). Y sí, una de las cosas que ayudan a que resalte aún más es que justamente el otro interés amoroso de la sobrina Charlie sea tan poco interesante. Es como en esos film noir en los cuales un protagonista tenía para elegir a la femme fatale o a la chica buena. Siempre terminaba eligiendo a la femme fatale, lo que significaba su perdición, pero al mismo tiempo uno podía entenderlo: la femme fatale era al fin y al cabo mucho más seductora, quizás no a pesar del mal que irradiaba sino por él.

También hay otro rasgo que hace al tío Charlie tremendamente atrayente, que es su inteligencia.

Es un tipo indudablemente hábil, cosa que ya te muestra la película al principio en la forma en la que logra escapar de la policía. También en su talento tanto para meterse en el bolsillo al pueblo, como para reaccionar rápidamente cuando algo le es adverso. Basta ver su rapidez mental cuando arma la casita de papel para esconder evidencia, o cómo puede fácilmente rearmar su discurso y anunciar su ida del pueblo cuando ve el anillo que lleva puesto su sobrina a modo de evidencia. Aun así, creo que lo más inquietante y atrayente que tiene él es que en el fondo de su pesimismo parece tener una cuota de razón. A esto lo relaciono nuevamente con el Guasón de El caballero de la noche, que, más allá de su locura, tiene una cuota inquietante de lucidez en su pesimismo extremo. Justamente respecto de esto hay una escena que para mí es clave en esta película. Se trata del momento en el cual el tío Charlie habla honestamente y por primera vez con su sobrina acerca de que él es un asesino y de que según su visión del mundo todo se ha ido al tacho. En ese instante es la pérdida total de la inocencia de la sobrina. Y en ese instante también ocurren dos cosas. En primer lugar encontramos una mesera que había sido compañera de la protagonista en la secundaria y que según lo que cuenta es parte de la white trash americana (o sea, esa clase social que quedó desprotegida y fuera del sistema). En segundo lugar vemos también militares salir y entrar del café en el que están hablando, señal, obviamente, de un país en estado de guerra. Ahí de pronto vemos cosas que evocan a la violencia externa pero también a los problemas internos de una Norteamérica que hasta ese momento parecía resumida en ese pueblito idílico.

Si uno analiza la filmografía de Hitchcock se va a dar cuenta de que después de La sombra de una duda sus películas se vuelven más lúgubres que de costumbre.

Es posible. Su película inmeditamente posterior es Ocho a la deriva, un film desesperante y claramente anclado en la realidad de su tiempo (es un relato que habla del nazismo después de todo). Spellbound está más cercano a algo feliz, pero aun así tiene su carga de violencia. Notorious es un melodrama perverso con un final no exento de crueldad, y ese experimento fascinante que es La Soga es una reflexión desoladora sobre el impredecible alcance de nuestras decisiones. Creo que este período especialmente oscuro culmina con Extraños en un tren, una adaptación bastante libre de una novela magistral de Patricia Highsmith. Ahí, como en La sombra de una duda, abordaría también la figura del villano glamoroso y una conexión casi telepática entre el héroe y el antagonista. También, de paso, se encargaría de filmar el partido de tenis más cinematográfico de la historia. Pero esa es otra historia.

Para escuchar la videoconferencia sobre Extraños en un tren, clickear aquí.

En la consigna de esta clase, les pedimos que cuenten cuáles son sus villanos preferidos de la historia del cine.

 

(1) No se me ocurriría decir que Hitchcock tuvo una etapa independiente por ejemplo, y la anécdota de niñez que cuenta el video, en la que Hitchcock pasó una noche en una cárcel, fue desmentida por su biógrafo Spoto. Por otro lado, aun cuando pudo haber sido cierta, me parece absurdo explicarlo tan simplonamente como un trauma que marcaría su cine.

Publicado por Hernan Schell

1 comentario

¡Hola de nuevo!

A continuación les cuento mis villanos preferidos de la historia del cine:

1.- El Juez Doom de “¿Quién engañó a Roger Rabbit?” (1988), quien con su presencia y la gigantesca máquina derretidora me ponían los pelos de punta. Se trata de una película que me sobrecogió en la infancia por su oscura mezcla de dibujos animados con personajes reales.

2.- Más tarde, el Conde Drácula de la película del mismo nombre (1992), la interpretación se Gary Oldman me desgarró en sus partes más despiadadas y me desconcertó en las más románticas.

3.- Y, cómo no, Norman Bates de “Psicosis” (1960), donde este personaje con trastorno de personalidad múltiple que no llegamos a comprender hasta que finaliza la película, asume la personalidad de su madre y muestra todo el sufrimiento interior consecuencia de una dependencia insana.

Gracias por este curso, Hernán, lo he disfrutado muchísimo.

¡Un saludo!

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