Todo proyecto cultural con un mínimo nivel de complejidad plantea el problema del seguimiento de tareas. Imaginemos el montaje de una exposición, la preparación de un taller o la organización de un festival. En este tipo de situaciones siempre hay varias personas involucradas, cada una con su especialidad, y un montón de tareas diversas que dependen unas de otras.
Existen muchas formas de lidiar con la coordinación de tareas: desde listas que se van tachando en un pizarrón, pasando por planillas ingeniosas inventadas por esa persona hiper-organizada del equipo, hasta completos sistemas de gestión informatizados. Pero estos sistemas a veces pueden ser tan complicados, que configurarlos y mantenerse al día con los reportes es una tarea más que se suma a la gestión. Sinceramente, a veces da más pereza poner en práctica esas fabulosas soluciones que seguir usando listitas. Al principio todo es entusiasmo, hasta que se pierde la disciplina y se desdibuja el sentido de aplicar un método.
Quizás el problema está en pensar en un sistema de gestión de tareas como en una máquina de comando y control ultra rígida para reportar tareas a un superior jerárquico. Cuando en realidad, y dada la forma más bien horizontal de trabajar en colectivos y proyectos culturales, la gestión de tareas debería ser lo contrario: sencilla de usar y de entender por todos los participantes de un equipo. En mi experiencia personal, siempre terminé fallando sistemáticamente en distintos métodos de gestión de tareas, hasta que empecé a experimentar con kanban, que quizás algunos conozcan a través de un servicio online llamado Trello, aunque hay otras opciones, como veremos en este post. Seguir leyendo →