Literatura 2.0. Viejas ideas, más herramientas, nuevas experiencias

Cadáver exquisito by felipunch en Flickr

La colaboración en literatura no es algo nuevo. Desde el cadáver exquisito del surrealismo hasta co-autorías tan famosas como las de Borges y Bioy Casares, la colaboración como juego, como experimentación o como producto creativo más acabado, no ha sido lo más habitual, pero sí un camino tentador, a veces con buenos resultados, a veces caótico. Y cuando aparecen un montón de herramientas de trabajo colaborativo a través de la web, parecen abrirse posibilidades de escritura colaborativa y colaboración literaria a cada paso, casi como un imperativo. Al igual que en los formatos tradicionales, hay casos de éxito y situaciones de caos frustrante. Pero también surgen cosas nuevas, experiencias inesperadas que en los formatos 1.0 no eran posibles. Van tres ejemplos.

Quijote 2.0

Hoy nos encontramos con la novedad de que 4.308 usuarios completan el ‘Quijote’ en Youtube.  Se trata de un proyecto de la RAE que invitaba a los internautas a leer fragmentos del libro en voz alta. “Las lecturas se han grabado en habitaciones, colegios, consultas médicas o bibliotecas, pero también en medio de la naturaleza. Algunos se han realizado en los molinos de viento de La Mancha, en el monte Fuji o en la Torre del Oro de Sevilla”. Si bien se trata de una lectura, no de una obra nueva creada entre todos, el resultado final es una reinvención y una apropiación social del Quijote. Basta con verlo para sentir que en ese acto de lectura compartida hay algo más, que deviene de la armonización en la multiplicidad de esa cantidad de pequeñas contribuciones.

¿Se puede compartir la creatividad? Frustración en 140 caracteres

En enero de este 2011 la Revista Ñ propuso escribir una novela colaborativa vía Twitter coordinando a los dispersos autores mediante el hashtag #novelaenie, con poco éxito (en términos de producto final) y el aprendizaje de que “al no poder leer todo lo que vino antes, en vez de armar una narración coherente se arma algo más parecido a un cadáver exquisito, donde los escritores reaccionan más a la última frase escrita que a la trama en su totalidad”. La conclusión es que Twitter puede que no sea la herramienta más idónea para esto, o que quizás la múltiple autoría es mucho más difícil que la ya compleja autoría en solitario.
Andrés Hax, desde la redacción de Ñ opina que “por ese mismo motivo estoy convencido que escribir una novela colaborativa sería un gran triunfo de la imaginación humana”. En cambio el columnista Ezequiel Martínez considera que “esta narrativa experimental que navega entre lo grupal y lo virtual está condenada a un futuro imperfecto. Un autor no sólo le pone su pasado y su presente a lo que escribe sino sobre todo su alma, única e indivisa”.

Quizás el siguiente ejemplo puede mostrar cómo una obra puede estar compuesta por fragmentos de muchas almas, siempre y cuando aceptemos que cambia el concepto de obra como tal.

Historias colectivas, más que un producto, un proceso

Historias colectivas es una idea de Natalia Rozenblum que se convirtió en un irresistible proyecto web: un juego de escritura colaborativa que invita a elegir una historia para leer, continuarla y proponer disyuntivas para que otro internauta prosiga. Una especie de “Elige tu propia aventura” escrito por los usuarios. “Historias colectivas es un juego interactivo de literatura en el que se escriben textos entre toda la comunidad de habla hispana. Los relatos se abren, cada cierto número de líneas, en dos posibilidades (A o B). Siempre van a correr tres historias en paralelo. Los inicios de las mismas están escritos por gente vinculada al medio artístico. Luego son los jugadores quienes las continúan y cada relato es, por las distintas posibilidades de recorrerlo, 49 historias a la vez”.

Detrás de la idea hay  un concepto con su estructura, un proceso de programación de la interfaz web, un diseño de la interacción entre la historia y el usuario y finalmente, un trabajo de moderación para aprobar qué textos se publican (en tanto se atienen a las reglas del juego).

Cada autor-lector pone un párrafo y da continuidad a un hilo específico de la historia, que no tiene forma lineal, sino de red. Quizás podemos decir que hay varios niveles de autoría: el de cada contribuyente individual, el de todo el conjunto (un meta-autor colectivo) y el de la generadora del proyecto que crea las reglas y modera la publicación.

Vale la pena participar. La experiencia difiere tanto de la escritura como de la lectura. El mix de ambas experiencias es lo que da sentido a la obra y su juego.

La ilustración que encabeza esta nota es de felipunch, sorprendente artista rosarino a quien agradecemos nos permita robarla con su permiso a posteriori. Nos ganó el entusiasmo.

Publicado por Mariana Fossatti

5 comentarios

[…] con los relatos y las intersecciones. Queremos rescatar Literatura 2.0. Viejas ideas, más herramientas, nuevas experiencias ¿Y si armamos nuevas propuestas? Porque ya sabemos que “abrir” y “compartir” nos llena de […]

[…] que cambiar simplemente el formato, el soporte o el dispositivo de lectura, están cambiando la lectura y la escritura como prácticas cultural. Se trastoca la noción de autor individual, de obra cerrada, de público solamente como […]

Yamandú Cuevas

Que ganas de leer El quijote en voz alta. Quizá lo haga.

Yamandú Cuevas

Felipunch a Presidente!

Yamandú Cuevas

En mi vida laboral, como dibujante, diseñador o creativo he formado parte de muchísimos grupos y experiencias creativas que me han dejado grabada a fuego la certeza de que no sólo se puede sino que es increíblemente potente el fenómeno de la creación colectiva. Claro que estoy hablando de un ámbito donde los creadores, de alguna forma están obligados a formar parte de esos grupos. Lo impone la dinámica laboral y no es de su libre elección formar parte de ellos, pero ese es otro cantar. Lo cierto es que mas tarde, ya salido de ese ambiente, y al querer repetir aquellos procedimientos con artistas plásticos he tenido algunas satisfacciones, pero para ser estrictamente franco debo decir que he cosechado muchos mas fracasos que éxitos. Uno de los peores fracasos es que a causa de lo anterior, y aunque mis mejores conviccónes no han cedido, he perdido las ganas de intentarlo.

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