El acceso a la formación en arte y cultura suele estar concentrado en ciudades y centros culturales importantes y no es habitual que esté distribuido en territorios periféricos o territorios más remotos. En muchos ámbitos locales la formación en arte y cultura no es accesible o su acceso es limitado. Por otro lado, la formación online es una práctica cada vez más extendida y desarrollada que puede facilitar el acceso a conocimientos específicos de manera ubicua (está en Internet y por lo tanto en casi todas partes) y distribuida (en red). Esta posibilidad no es ajena al mundo del arte y la cultura. Veamos las ventajas y posibles desventajas de esta modalidad de aprendizaje en la formación artística.
Algunas ventajas
La formación online es una modalidad muy flexible, que permite a cualquier persona con conexión a Internet participar de actividades educativas más allá de las distancias geográficas, con sus propios ritmos y un gran nivel de personalización. Es posible aprender a un ritmo propio, con los tiempos de que dispone cada uno. Gracias al hipertexto y sus posibilidades, cada cual puede trazar distintas rutas de aprendizaje, sin necesidad de seguir una única dirección.
Actualmente existe una gran cantidad de herramientas sencillas, de muy bajo costo, o gratuitas, que facilitan enormemente la realización de actividades de formación a distancia (correo electrónico, mensajería instantánea, aulas virtuales, blogs, wikis, plataformas para compartir fotos y videos, espacios virtuales para conferencias en vivo vía web y muchas otras). La distancia entre el formador y los aprendices se minimiza a través de múltiples canales de comunicación e interacción. Las aulas y talleres tienen una disponibilidad 24/7.
Esta modalidad, además, facilita la conexión y el trabajo colaborativo con personas y colectivos creativos desde cualquier lugar del mundo. La formación puede adoptar un carácter más plural, más multicultural y participativo, aspectos, si se quiere, fundamentales para quien está desarrollando procesos creativos.
Por supuesto que esto no se logra únicamente con software de acceso a contenidos digitales, sino con intercambios productivos, persona a persona. Se trata, en definitiva, de construir espacios de producción artístico-cultural en los que se transfieren habilidades y se intercambian experiencias en procesos de aprendizaje compartidos y a la vez personalizados. El centro es la práctica artística de cada aprendiz a partir de las propuestas y seguimiento de los docentes, junto al apoyo y el intercambio colectivo con los demás.
Posibles limitaciones, pero…
En educación artística a veces es imprescindible que docentes y estudiantes compartan el mismo espacio físico, sobre todo cuando se están trabajando algunas habilidades prácticas iniciales. Usar un torno, armar una paleta de colores, encontrar un ritmo o manipular equipo electrónico puede requerir estar juntos en el hacer. Además, la necesidad de los soportes y materiales que no pueden ser proporcionados de manera digital también puede limitar esta modalidad de aprendizaje. Hay infraestructura y herramientas de trabajo que no pueden compartirse por Internet, como una fragua, un horno de cerámica o una sala de ensayos. Estas limitaciones se minimizan cuando cada participante tiene sus propios espacios y materiales de trabajo y el aprendizaje online se dedica básicamente a intercambiar experiencias y a tutorear procesos.
También puede haber limitaciones en cuanto a las competencias digitales tanto de los docentes como de los alumnos. Si bien no es necesario ser un experto en tecnología para aprender a través de Internet, la falta de práctica con herramientas informáticas, los miedos y dificultades para moverse en entornos virtuales, son una barrera para muchas personas con valiosos conocimientos y aptitudes en el campo creativo. Sin embargo, debemos pensar que las tecnologías, que muchas veces se nos imponen como instrumentos de productividad y eficiencia, pueden ser grandes herramientas de creación, aliadas y no enemigas de los procesos artísticos.
Por último, una dificultad no intrínseca a la educación online pero que sí puede limitarla, es el concepto del artista como creador individual que trabaja en solitario. Exponer los procesos creativos, las ideas y los descubrimientos personales es para algunos un tabú equivalente a compartir secretos industriales. Por supuesto que esta actitud dificulta cualquier proceso formativo, en el mundo físico como en el digital, aunque en éste último quizás hay una mayor exposición a estos “peligros”. El uso de copias digitales, la remezcla, la reconstrucción de procesos, el aprendizaje a partir de lo hecho por el otro, son métodos de aprendizaje habituales en el espacio digital. Para trabajar en educación online y aprovechar al máximo Internet y los medios digitales, debemos estar dispuestos a exponer y compartir los procesos de trabajo personales en comunidad.
Imagen: estudiante de e-learning en el Savannah College of Art and Design.
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