Ante la pregunta de esta semana en el curso #CS21: ¿Qué opinan de la libre circulación y de la socialización de las películas en Internet?, surge un debate entre aceptar que las películas circulen por Internet como forma de ser conocidas y socializadas, o exigir que la distribución en salas sea más equitativa y llegue a los espectadores territorialmente más excluidos. Por ejemplo, fomentando los cineclubs y las cinetecas. Miguel Suárez, participante de este curso, ha lanzado la primera piedra, abriendo una interesante discusión.
Entendemos que estas dos formas de exhibición no se contraponen: no necesariamente Internet matará a las salas ni eliminará el visionado de películas de calidad cinematográfica en pantalla grande. De hecho, no dejan de emerger nuevas alternativas de acceso al cine que no pasan por Internet, como Efecto Cine (Uruguay), que con una pantalla ambulante recorre el país exhibiendo películas nacionales. También surgen iniciativas que contemplan las dos posibilidades, como “Copia este Festival”, que impulsa la exhibición, tanto por Internet como en salas de cine, de películas bajo licencias Creative Commons.
Una postura que se está comenzando a aceptar cada vez más es la que promueve el movimiento de cultura libre: que las películas, la música y otras obras culturales circulen libremente en Internet, en tanto esa circulación no genere lucro. Como dice el participante Héctor Baz, esto no es necesariamente piratería. Desde este punto de vista, lo lógico sería aceptar el intercambio de películas entre personas sin ánimo de lucro, mientras se buscan modelos de negocio adecuados para sitios como Cuevana y otros portales, que generen beneficios directos para los productores. De hecho, Megaupload, antes de su cierre, estaba preparando una tienda asociada a su servicio Megabox, un portal en este caso de música, que prometía dejar el 90% de los beneficios para los creadores.
Tenemos otro debate acerca de pantallas: ¿el público debe asistir a la salas para acceder al cine en su mejor formato? ¿Puede el cinematógrafo competir contra las múltiples pantallas en que hoy se pueden ver las películas (desde proyectores caseros hasta teléfonos celulares)? Desde nuestro punto de vista, entendemos que lo más adecuado siempre es la libertad: podemos asegurar que la gran pantalla y la acústica de una sala de cine son los mejores espacios para disfrutar y entender una obra cinematográfica en todas sus dimensiones, pero no podemos forzar a nadie a elegir este formato. Sobre todo cuando es un formato de difícil acceso para muchos, en ocasiones por el precio de las entradas, pero las más de las veces porque el público interesado no tiene un cine a su alcance, o porque ciertas películas no llegan a los cines (como comentaba Tania Hernández en el caso de su país) o la sala más cercana es una más de las ya copadas por la distribución convencional. Por estos motivos, no consideramos conveniente criminalizar a las personas que quieren ver y aprender cine por su cuenta a través de Internet (en esto estamos de acuerdo con el comentario de Sara Fratti sobre la libertad de expresión e información).
A pesar de que en la computadora se pueden perder muchos detalles importantes de una película, al acceder a obras inhallables de otra manera, es posible al menos aprender sobre otros tipos de lenguaje cinematográfico, casi ausentes en las actuales salas de multicines. Así como solamente se puede formar un gusto por la lectura leyendo mucho o por la música escuchando mucha música, ver películas de diversos países y directores, con formas y lenguajes variados, es la única manera de formar un gusto cinematográfico que trascienda las actuales y limitadas fórmulas de Hollywood (esto lo ha planteado por ejemplo, Sergio Blanché). Tal vez, con el tiempo, grupos de personas con gustos más amplios pueda comenzar a reclamar nuevas salas, menos comerciales y más heterogéneas. Salas que se abran en escuelas, centros culturales, organizaciones de vecinos. Estas salas se verían a su vez beneficiadas con una distribución más libre y accesible (como lo señalaba Diego Vázquez Meizoso), que hoy únicamente está habilitada por Internet, en tanto no se discutan y generen nuevos modelos de propiedad intelectual, tan legales como equitativos.
Personas con gustos más informados y calificados, además, terminan comprando entradas o adquiriendo versiones originales de las películas, además de libros y otro tipo de material asociado a sus gustos. Quienes descargan, en paralelo, son los que más compran, como lo demuestran abundantes estudios sobre economía creativa.
Como dice Hernán, a quien está amenazando Internet es a la gran industria concentrada, con un modelo de distribución obsoleto. Porque lo que viene a cuestionar Internet no es una forma de hacer cine, o de hacer arte, sino una forma de distribución: la del DVD, la de la TV por cable, la del multicine y el pochoclo (pop, palomitas, o como lo llamemos en cada país), que carecen de la eficiencia, la velocidad, la sencillez y la capacidad de transmisión social que tiene Internet. Este muchas veces es el único medio a disposición para ver ciertas películas, independientemente de que sea gratis o pagando por ellas, como ha dicho Marco Plancarte.
Además, Internet es un medio que hasta ahora no han podido monopolizar los grandes distribuidores, como sí han hecho con las salas convencionales. ¿Tendrá entonces el cine una oportunidad en Internet, en lugar de una amenaza? La producción independiente de cine suele ser la más perjudicada en la distribución convencional. Por lo tanto, es bastante lógico que los autores independientes vean un aliado en Internet, como lo señalan Bárbara Peleteiro y Cris Moya, entre otros participantes.
Ya hay creadores que están utilizando este medio a su favor, como lo demuestran algunas experiencias. Por ejemplo, la película de ciencia ficción “El Cosmonauta”, enteramente realizada con financiamiento colectivo. El mismo modelo de financiamiento está siguiendo Alfredo Casero para financiar la película basada en “Cha cha cha”, programa televisivo de culto que hoy no consigue un espacio en la pantalla de los medios tradicionales. Kirby Ferguson, realizador de la exitosa serie documental “Everything is a Remix”, logró concluir dicho proyecto gracias al apoyo del público, con el cual cuenta ya para la producción de su próximo documental. Los films de Ferguson se estrenan en Internet y son de libre descarga. Otro caso es el del film “Stephanie”, de Maximiliano Gerscovich, quien decidió estrenarlo directamente en Cuevana, tras denunciar las grandes dificultades que tuvo para la distribución convencional de su película en salas. Finalmente, podemos contar el exitoso caso de Nina Paley, quien asegura haber ganado más dinero que nunca con su película de animación “Sita sings de blues” que ella misma ha puesto en Internet para ser vista y descargada gratuitamente con una licencia Creative Commons.
Con Internet, además, los cinéfilos no solo cuentan con un lugar para el acceso, sino también para la expresión de sus gustos, al compartir y comentar los films. Se genera así un espacio para la información, el debate, la recomendación, que no tienen lugar en las grandes campañas de marketing de las carteleras comerciales. Basta encontrar cuatro o cinco buenos blogs de cine, para saber qué ver. Basta con entrar a foros cinéfilos para conocer gente y debatir. Basta con usar las redes sociales para recomendar a los amigos una película que nos ha gustado o para enterarnos de algún film interesante que ha visto una persona que consideramos referente. El comentar y difundir una película puede ser una forma de retribución al autor, aunque se la haya visto gratuitamente gracias a un enlace facilitado por otra persona, como lo afirmaban Tania Hernández y Janet Zulueta M.
Es importante decir, finalmente, que la distribución alternativa por Internet no va a garantizar por sí sola la circulación del cine artístico y/o independiente. Promover circuitos alternativos para presentar películas fuera de Internet, en los lugares de cada uno, sigue siendo imprescindible. Por eso surgió una nueva pregunta lanzada por Janet y respondida ya por algunos participantes (Tania, Cabe Mello) y que podemos seguir debatiendo en los comentarios de este post: ¿Qué has hecho tú como amante del cine para luchar porque en tu país se proyecte cine de calidad de cualquier parte del mundo, no solo de Hollywood?
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