Hace unos días tuvimos la oportunidad de conocer y firmar #FreeCortázar, una campaña ciudadana que reclama que las obras de Cortázar se pongan en dominio público para poder ser disfrutadas libremente por todos. El petitorio es muy sencillo: la gente le pide a la agencia literaria que administra los derechos de autor de Cortázar, que libere sus obras en Internet. La idea surgió en un post del blog de Bernardo Gutiérrez, pronto se convirtió en una campaña en Oiga.me y saltó a las redes sociales.
Cortázar nació en 1914 y escribió decenas de libros. Muchas de sus obras, como Bestiario, Rayuela o Historias de cronopios y de famas, se encuentran entre las más populares en idioma español, siendo parte del patrimonio cultural latinoamericano y mundial.
El gran Julio murió hace más de 30 años. Sin embargo, los monopolios del copyright han logrado imponer tratados internacionales para aumentar los plazos de restricción de derechos de autor en la mayoría de los países hasta límites casi absurdos, de manera que la obra de Cortázar estará en dominio privado hasta 2055 en la mayor parte del mundo (en algunos países, como Uruguay y Bolivia, entrará en dominio público 20 años antes, en 2035).
Por supuesto, el efecto perverso de las leyes se podría subsanar si los guardianes de los derechos de autor de Cortázar decidieran liberar sus obras, cosa que no han hecho hasta el momento y a lo que apunta la campaña #FreeCortázar.
El ejemplo de #FreeCortázar lleva a la opinión pública un debate muy actual: existiendo los medios técnicos para un acceso amplio y democrático a la cultura, las leyes de copyright, al servicio de algunos monopolios, criminalizan el acceso al conocimiento por parte de la población. Los intereses de unos pocos poderosos son puestos por encima de los derechos culturales de la mayoría de la gente.
Por todo esto, desde Ártica apoyamos #FreeCortázar y esperamos que la agencia literaria que gestiona los derechos de Cortázar responda satisfactoriamente al pedido de liberar su obra.
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