Por qué usar licencias libres en las organizaciones sociales

cartel de Pitaya Digital. Episodio 09: ¿Qué licencia vamos a elegir?

Las organizaciones sociales y los medios comunitarios crean y reutilizan conocimiento todo el tiempo. Las licencias libres son la mejor forma de poner en común ese conocimiento para compartirlo con toda la sociedad.

Hace algunas semanas participamos en el podcast Pitaya Digital, que realiza CódigoSur, donde en cada episodio se trata el tema de las tecnologías libres y la seguridad digital. Les invitamos a escuchar el episodio: «¿Qué licencias vamos a elegir?», donde nos entrevistaron sobre el uso de licencias libres en las organizaciones y medios comunitarios.

Les compartimos también la desgrabación de la entrevista:

Marchena: Hola, estamos en nuestro noveno episodio de Pitaya Digital. Saludamos a todas las personas que nos han acompañado en esta serie de entrevistas para conocer un poco más sobre seguridad digital, software libre y herramientas digitales. Ha estado bastante interesante todo este proceso de compartición de saberes. A las personas que no han escuchado aún la totalidad de estos episodios, las invitamos a que nos escuchen a través de la página de CódigoSur. Seguimos con más información, con más entrevistas. El día de hoy tendremos a un invitado especial que nos platicará un poco sobre licencias libres.

Jorge: Mi nombre es Jorge Gemetto. Soy de Uruguay. Soy coordinador del centro cultural Ártica, también soy miembro del equipo de la Universidad Popular y miembro del capítulo uruguayo de Creative Commons. Desde hace más de diez años trabajo en la promoción del acceso al conocimiento en Internet desde una perspectiva de derechos humanos.

Marchena: Muchas gracias, Jorge, por participar de este espacio. Háblanos de las licencias. Nos gustaría que nos introdujeras a este tema de manera muy general.

Jorge: Las licencias libres son una respuesta comunitaria al problema de la propiedad intelectual. Como ustedes saben, la propiedad intelectual existe hace mucho tiempo y es, básicamente, inventar una propiedad privada para las manifestaciones culturales y el conocimiento. Es decir que hay gente que es dueña de ese conocimiento.
Esto ha generado muchos problemas desde siempre, pero con Internet estos conflictos y problemas se profundizaron porque la gente empezó a tener más posibilidades de compartir esa cultura que algunas corporaciones piensan que les pertenece exclusivamente —y tienen las leyes de su lado—. Entonces, ante la imposibilidad de cambiar esas leyes que están hechas a medida del capital, de manera comunitaria empezaron a surgir proyectos relacionados con crear una especie de fondo común de conocimiento. Es decir que si nuestra propiedad intelectual, por así decirlo, la pusiéramos en un fondo común entre todos, podríamos tener acceso mutuo a eso que todos de alguna manera liberamos. Ponemos a disposición, entregamos a los bienes comunes, y también hacemos uso de esos bienes comunes. De esta manera, primero empezó un movimiento en el ámbito del software, entre los desarrolladores, que necesitaban poner a disposición de otros su código y también usar código de otras personas, y así empezó a surgir una comunidad que licenciaba libremente su software. Después, esta idea, que resultó muy interesante y muy prolífica, se trasladó a la cultura con los mismos principios: la idea de que la ley de propiedad intelectual hace dueños a los autores de su obra, entonces poniéndola en común podemos generar ese fondo común de cultura que termina siendo patrimonio cultural. Entonces, surgieron varias ideas de licenciamiento. La más conocida es la de Creative Commons, que es un conjunto de licencias, donde podemos elegir distintas condiciones bajo las cuales poner en común nuestras sobras.
¿Por qué licenciamos? Licenciamos para hacer que los contenidos y los materiales que creamos estén más fácilmente accesibles para las personas, que no tengan impedimento legal en descargarlos, en compartirlos, en reutilizarlos, y así hacer más democrática la cultura y la información. Del mismo modo, haciendo uso de ese fondo común, podemos, por ejemplo, usar en los medios comunitarios distintas músicas, audios o videos que otras personas licenciaron de manera libre.
Este es el sentido de las licencias. Básicamente, las licencias son un aviso legal que se le pone a nuestras obras y que indica determinados permisos. Por lo general, permite compartir la obra, descargarla e incluso algunas licencias permiten también generar obras derivadas. En los medios comunitarios podemos elegir la licencia que mejor se adapta a los objetivos y la misión de nuestro medio.

Marchena: ¿Qué tipos de licencias libres hay?

Jorge: Las licencias libres más conocidas son las Creative Commons. Son unas licencias que aparecieron hace alrededor de veinte años. Fueron creadas por un grupo de académicos y especialistas en derecho y las pusieron a disposición para que cualquier persona las pueda utilizar de manera gratuita, simplemente eligiendo qué licencia queremos usar para nuestros contenidos y colocando el aviso de esta licencia en nuestra obra. Una vez que colocamos la licencia, ya estamos brindando los permisos que la licencia habilita a todas las personas usuarias de nuestra obra.
Las licencias Creative Commons son un conjunto de seis licencias de las cuales tenemos que elegir la que más se acomoda a los valores y la visión de nuestra organización. Van desde las más permisivas —por ejemplo, hay una que es la más permisiva que solamente exige que al utilizar la obra se haga atribución de autoría, es decir que nos reconozcan como quienes creamos la obra— hasta otras licencias un poquito más restrictivas que, por ejemplo, impiden que se realicen usos comerciales o que se realicen obras derivadas. Por lo general, es interesante, sobre todo en los medios comunitarios, la posibilidad de permitir las obras derivadas, que se puedan utilizar los contenidos incorporándolos en otras obras, porque así es como puede circular, por ejemplo, en otros programas y en otras emisiones.
Además de las Creative Commons, hay otros tipos de licencias, que no son tan ampliamente utilizadas. Por ejemplo, existe la licencia de producción de pares. Esta es una licencia interesante que permite todo tipo de usos, excepto los usos que tengan fines de ganancia capitalista. Se permite usar los contenidos a organizaciones sociales o a cooperativas, por ejemplo, pero no a empresas privadas que basan sus ganancias en el trabajo asalariado.
Y existen otros tipos de licencias. De alguna manera, todos nosotros podemos crear una licencia. De todos modos, es aconsejable siempre usar licencias que ya hayan sido usadas ampliamente por otras personas para asegurarnos de que sean válidas legalmente, que haya habido especialistas que revisaron que los términos legales se acomoden a las principales legislaciones. Por eso, recomendamos usar las licencias más estandarizadas, como las Creative Commons o la licencia de producción de pares.

Marchena: Cuéntanos, Jorge, cuál es la importancia de las licencias libres en los medios comunitarios o alternativos.

Jorge: En primer lugar, los medios comunitarios crean todo el tiempo materiales culturales y crean conocimiento. Y por otro lado, los medios también usan materiales culturales, por ejemplo, música o discursos de personalidades. Pero, a diferencia de los medios corporativos, los medios comunitarios no tienen como fin principal privatizar la información y obtener ganancias de esa privatización, sino que la principal misión, qué está basada en otros valores, es promover una comunicación más justa, una comunicación más democrática, promover una comunicación que esté pensada como un derecho de las personas. Por eso es que muchos medios comunitarios se interesan por el licenciamiento libre: porque puede ayudar —por supuesto que no es la única herramienta ni mucho menos—, pero puede contribuir a esa comunicación un poco más democrática, un poco más libre. Entonces, esta crítica al copyright estricto me parece que es consustancial al tipo de medios comunitarios e independientes que buscan que el conocimiento no sea propiedad privada sino que sea un derecho. Por eso, me parece importante que los medios se capaciten, al menos de manera básica, en este tipo de temas. Porque capacitarse puede servir, por un lado, para dar a los oyentes y al público en general más derechos. Al licenciar los propios contenidos, se generan más derechos para nuestro público: el derecho a compartir, el derecho a reutilizar los materiales que pueden servir en otras organizaciones. Pero, por otro lado, también para asegurarnos de que los materiales que producimos no se vean sometidos a una posible censura. Por ejemplo, es muy común que aparezcan problemas por el uso de música que tiene copyright y que luego algunas gestoras de propiedad intelectual —en algunos países más que en otros— amenacen a los medios comunitarios con reclamar pagos, etcétera. Entonces, una buena práctica es empezar a explorar también qué música y qué otros contenidos ya existen con licencias libres. Por ejemplo, acá en Uruguay, de donde yo soy, existen muchas bandas musicales independientes o alternativas que liberan su música, la ponen bajo licencias libres. Desde los medios comunitarios, si bien muchas veces queremos tener la música más escuchada, y muchas veces la requerimos por las necesidades de nuestros programas, también podemos ayudar a promover a esta gente y a estas comunidades que producen cultura pensando desde una perspectiva de los derechos humanos y del acceso al conocimiento. Es decir que está esta doble cuestión: por un lado, liberar nuestros programas y nuestros contenidos, y por otro lado, reutilizar contenidos de manera más consciente y promoviendo la cultura que se crea de manera abierta, pensando en los derechos de la ciudadanía.

Marchena: Muchas gracias, Jorge, por habernos compartido tu experiencia y tus conocimientos sobre las licencias. Creo que hay mucho que abordar, pero ya esto nos da una mirada bastante amplia e importante de tenerla en cuenta.

Publicado por Jorge Gemetto

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