¿Cómo crear actividades culturales abiertas y colaborativas en Internet?

Entre el 15 y el 17 de agosto estuvimos en Buenos Aires participando en el Encuentro Comunes, sobre economías colaborativas y cultura libre. El 15 de agosto coordinamos una de las sesiones del encuentro, a la que llamamos “¿Cómo crear actividades culturales abiertas y colaborativas en Internet”. La intención fue compartir la experiencia de 8 años de trabajo en Ártica realizando actividades abiertas en línea, como cursos de cultura digital, talleres de cine y otras artes, seminarios y un congreso de gestión cultural. Esperábamos brindar consejos y recibir opiniones sobre cómo organizar y dar vida a este tipo de actividades.

Empezamos contando que en Ártica nos definimos como un centro cultural online: no proponemos meramente consumir contenidos culturales, sino participar de una programación cultural en temáticas que van desde cine a museos, desde tecnopolítica a poesía. No ofrecemos una aplicación o un producto, sino que impulsamos y sostenemos procesos de aprendizaje, diálogo y colaboración entre personas que se encuentran a distancia, utilizando las estrategias y metodologías en línea más apropiadas para cada caso.

Qué son las actividades culturales abiertas y colaborativas en Internet

Las actividades culturales abiertas y colaborativas son experiencias de aprendizaje o encuentro en torno a un tema específico. Algunos ejemplos son cursos, congresos, conferencias, seminarios y debates en línea. Un grupo más o menos grande de personas se reúne a través de diversos canales y herramientas en línea para participar de un diálogo y realizar tareas de manera colaborativa. La actividad cuenta con la facilitación de un equipo que ayuda a organizar la experiencia.

Desde 2011 hemos realizado en Ártica más de 15 cursos online abiertos y masivos y un congreso online de gestión cultural, así como decenas de videoconferencias. La gran mayoría de estas actividades ha sido en colaboración con otras organizaciones y colectivos que trabajan en el área de la cultura, la tecnología y los derechos humanos.

Cuando hablamos de actividades abiertas, nos referimos a que la inscripción es libre, gratuita y puede llegar a ser masiva. La modalidad en línea permite reunir a una gran cantidad de personas de distintos lugares a muy bajo costo, en comparación con los encuentros presenciales que requieren una gran inversión en traslados, alojamiento e infraestructura. Pero además, una actividad abierta implica también que los materiales, las consignas y los aportes de los participantes se ponen a disposición en Internet de manera abierta y bajo una licencia libre. Este es un aspecto crucial, dado que, una vez finalizada la actividad, cualquier persona puede acceder al repositorio de materiales y tareas, así como reproducir o adaptar la actividad a otros contextos.

Cuando decimos que las actividades son colaborativas, nos referimos a que facilitan nuevas conexiones entre personas a quienes les interesa un mismo tema. Las consignas y tareas promueven que las personas se conozcan e interactúen. El carácter internacional de las actividades en línea enriquece las visiones, y la masividad no es un obstáculo, sino que, por el contrario, permite diseñar actividades cuyos resultados se obtienen gracias a la gran cantidad de trabajo conjunto, como relevamientos, mapeos, curadurías colaborativas, editatones, coberturas colaborativas, etc.

Qué se necesita para empezar

Para realizar una actividad cultural abierta y colaborativa en Internet que resulte exitosa, lo primero a tener en cuenta es que el colectivo o la organización que coordina la actividad tiene que ser un actor con una trayectoria visible dentro de la comunidad nucleada en torno a un tema. Esta pertenencia a una comunidad generalmente se expresa en un blog, un sitio web y perfiles en servicios de redes sociales, donde se proponen ideas, se discuten puntos de vista, etc. Solo a partir de un diálogo previo con la comunidad de referencia pueden identificarse los temas y discusiones relevantes para las personas que la integran. En torno a las demandas y necesidades principales de una comunidad, se trazan los objetivos, que pueden ir desde la generación de capacidades y la divulgación de nuevas tendencias, hasta el activismo cultural en torno a un tema. A partir de esos objetivos, se define qué formato de actividad es la mejor: puede ser desde un curso, un encuentro o un congreso, hasta una simple videoconferencia.

Metodologías distribuidas

Una característica saliente de las actividades culturales abiertas y colaborativas en Internet es el uso de metodologías distribuidas. Estas metodologías suponen una crítica a la implementación de una plataforma tecnológica única y centralizadora. No existe una plataforma que pueda adaptarse a cualquier necesidad en cualquier momento. Las herramientas se deben combinar para adaptarse a las necesidades, a las metodologías y a las costumbres específicas de la comunidad. Por supuesto, existen herramientas de software libre que ofrecen mucha flexibilidad, y por lo tanto se usan muy a menudo en este tipo de actividades, como WordPress o Drupal para la gestión de contenidos, y Moodle para la gestión de materiales educativos y actividades didácticas. También es importante usar una herramienta para el envío de boletines periódicos y, dependiendo de las necesidades, es frecuente usar servicios de videoconferencias, así como grupos o hashtags en servicios de redes sociales o de mensajería instantánea.

Una de las ventajas de las metodologías distribuidas es que los aprendizajes no quedan encapsulados en un espacio cerrado, sino que se diseminan por la web abierta, generando múltiples nuevas conexiones. En varias de nuestras actividades hemos experimentado alojando distintos módulos de actividades en distintos sitios web, de manera que los participantes se desplazaban de un lugar a otro a lo largo de la experiencia, conociendo espacios culturales web de diferentes países. También en varias ocasiones les hemos pedido a los participantes que realicen las actividades en sus propios blogs o espacios personales de publicación, incluyendo perfiles en redes sociales, de manera que la participación en la actividad cultural abierta se conecte, y genere interacción, con su actividad online cotidiana.

Desarrollando una narrativa

Las metodologías distribuidas pueden generar temor a la dispersión o a perderse en un laberinto de contenidos desorganizados. Este riesgo se despeja generando una estructura y una narrativa sólidas. En primer lugar, hace falta un programa detallado que brinde de antemano un mapa del recorrido que se va a atravesar a lo largo de la actividad cultural, y que explique con claridad la metodología. Además, en caso de ser necesario, se deben ofrecer tutoriales de las herramientas que se van a utilizar.

Todo esto se complementa con una narrativa didáctica que debe sostenerse de principio a fin. Una herramienta fundamental para sostener la narrativa es el boletín, que llega a las casillas de correo electrónico con una periodicidad predeterminada, y en el cual los tutores, docentes o facilitadores cuentan las novedades, explican en detalle las consignas, repasan lo que ya ocurrió (esto permite reengancharse a las personas que estuvieron alejadas algunos días), anticipan lo que viene, realizan una curaduría de las intervenciones destacadas y, sobre todo, motivan a las personas a involucrarse activamente en la actividad cultural.

El diseño de los materiales y de las consignas es un aspecto clave. Estas tienen que ser variadas e, idealmente, deben plantear un desafío o una expectativa de que la participación de cada persona contribuye a un resultado común. Por ejemplo, la tarea de investigar un asunto en mi barrio puede servir para construir un mapeo o relevamiento regional si cientos de personas averiguan cómo funciona ese mismo asunto en sus barrios. Del mismo modo pueden planificarse curadurías colectivas de arte, coberturas colaborativas de eventos globales, mapeos de iniciativas culturales, textos y manuales sobre temas técnicos, exploraciones de legislación comparada en temas de derechos culturales, etc.

Toda actividad cultural abierta debe contar con un equipo de tutores que dan sentido a la información, fortalecen la red de intercambios y ayudan a los participantes a reorganizar los materiales según sus intereses, para que se enfoquen en lo importante y tengan una experiencia satisfactoria, viva y dinámica.

La importancia de la preservación

Los materiales y las tareas deben ser fáciles de encontrar, tanto durante la actividad como una vez que finalizó. Para ello, es fundamental contar al menos con un repositorio que indexe el 100% de los contenidos de forma ordenada. Es importante prestar atención a aspectos de preservación digital, dado que los materiales deben quedar accesibles en línea durante muchos años. Herramientas como Internet Archive facilitan la preservación de los materiales de manera gratuita.

Comentarios finales

Muchas de las ideas que sustentan estas prácticas las tomamos del enfoque pedagógico conectivista desarrollado por George Siemens y Stephen Downes, así como del concepto de prácticas culturales de código abierto y de los principios y valores de la cultura libre.

Pueden descargar la presentación en PDF de esta charla en este enlace.

Publicado por Jorge Gemetto

2 comentarios

[…] cultura libre: ¿Cómo crear actividades culturales abiertas y colaborativas en Internet https://www.articaonline.com/2018/08/como-crear-actividades-culturales-abiertas-y-colaborativas-en-i… y el [podcast] Compartir no es delito […]

[…] destacar una reflexión sobre el Encuentro Comunes que desde Ártica nos comparten, preguntándose ¿Cómo crear actividades culturales abiertas y colaborativas en Internet? Aportes de construcciones colectivas, relacionadas con las tecnologías, pero sin caer en La […]

Deja una respuesta

Avísame por correo electrónico si aparecen nuevos comentarios. También puedes suscribirte sin comentar.