Las bibliotecas ganan valor social cuando son 2.0 – Imagen: Ozyman
La inteligencia colectiva es una forma de inteligencia que surge de la colaboración de muchos individuos. La colaboración existe desde siempre, pero con Internet y la web 2.0 se ve especialmente potenciada. Los medios y servicios sociales permiten no sólo el intercambio de materiales, sino también la discusión pública y la creación colectiva. Los consumidores pasan a ser también creadores.
Compartimos un pequeño highlight de la entrevista a Vito Campanelli en Revista Ñ sobre la estética de la web y cómo ha cambiado el concepto de belleza. En este extracto habla sobre cultura remix:
Los individuos se ven obligados a pensar en términos de post-producción y remezcla, para poder hacer frente a la sobrecarga de información digital con la que se encuentran todos los días. Si la cultura siempre ha evolucionado a través de la variación, selección y repetición, habitamos la cultura remix por excelencia, sobre todo si se tiene en cuenta la simplicidad y la velocidad de las rutinas computarizadas del cut & paste (cortar y pegar), lo intuitivo del Photoshop o el After Effects. Como sostiene Lev Manovich: el software moderno dio vida a un escenario en el que las operaciones de selección, construcción, edición y publicación de datos se facilitaron a tal punto que se puede prever una etapa de “remezcla total” en la que todo puede mezclarse con todo el resto.
Vía la revista digital Elniuton.com, conocemos y compartimos el proyecto Derivart, un colectivo de artistas que, desde Barcelona, explora la intersección entre arte, tecnología y sociedad. El proyecto se vale de las herramientas colaborativas de la web 2.0, la visualización de datos, la performance y los videojuegos, para crear obras que al mismo tiempo son procesos críticos del mundo financiero global.
Acceso, manipulación e interacción, claves de una nueva cultura
Manipulación fotográfica «estilo Warhol» creada y compartida bajo licencia CC por un usuario de Flickr para crear un retrato de su mascota. «Biggelow the SharPei – POP ART!» by Biggelow Bear Bags en Flickr. CC BY NC SA.
La tecnología digital y las comunicaciones en línea a nivel global constituyen una revolución en la circulación de la cultura y los objetos simbólicos que la constituyen. Siempre hubo reproducción y circulación de obras de arte. Continuamente, a través de redes más o menos explícitas, se trasladaron objetos simbólicos contenidos en obras de arte, que facilitaron que autores, instituciones, mercados y públicos entraran en contacto, intercambiaran ideas, extendieran influencias y se hibridaran en otras culturas, en distintos tiempos y espacios. Pero nunca como en esta época se había experimentado esta circulación como una transformación radical que llega a cuestionar la idea misma de autor, obra, mercado y público.
VIP Art Fair fue publicitada como la «primera feria virtual de arte del mundo» y quizás lo es para el contexto en el que se realizó: ciento treinta y nueve importantes galerías de arte contemporáneo que en su mayoría no visualizaban la web tan siquiera como vidriera y menos aún como espacio interactivo, rico en experiencias y posibilidades de interacción.
Art game «Lumiere and Nycteris» desarrollado por Martín González.
Probablemente muchos de quienes hemos tenido afición a los video juegos nos preguntamos en algún momento qué relación podría haber entre éstos y el arte. El primer acercamiento a esta cuestión, en mi caso, vino del enorme salto de calidad en el diseño gráfico y la complejidad de los juegos industriales en la década de los 90, con juegos como la saga de Super Mario y The Legend of Zelda.
Coppola soñaba con que todos tuvieran acceso a hacer cine.
Un aspecto interesante de la época en que vivimos es que no solo se ha ampliado el acceso a la cultura a través de Internet, sino que existen medios al alcance de las personas para crear y difundir obras que en otros tiempos hubieran demandado presupuestos inaccesibles. Una situación así vivió Francis Ford Coppola filmando su monumental «Apocalypse Now» en la que apostó todos sus recursos y energías con riesgo de perderlo todo, incluso la razón.
Para decirlo de una vez: el sistema actual de derechos de autor (y de propiedad intelectual en general, pero ese es otro tema) es nefasto. No solo dificulta, con barreras artificiales, el acceso de las personas a los bienes culturales, sino que, peligrosamente, criminaliza a la sociedad en su conjunto, dejando una puerta legal abierta para que las instituciones de control ejerzan su poder cuando les parezca y contra quienes les parezca.